La expectación era máxima ante la final del Cuatro y Medio. Los
dos aplazamientos pedidos (uno por cada bando) hizo que la adrenalina
fuese en aumento con el paso de las horas. Aimar Olaizola y Oinatz
Bengoetxea frente a frente en una de las finales más bonitas de los
últimos años. Ambos con buenas sensaciones a pesar de los percances
físicos. Ambos con la seguridad de poder vencer al rival.
El Ogueta gasteiztarra fue el escenario de un partido que
prácticamente no tuvo historia. El 22-9 final ya es más que
clarificador de lo sucedido en el frontón alavés. Aún más
contundente fue el 13-0 de inicio que endosó Aimar a un nerviosísimo
Oinatz. El temple y saber hacer de uno contra el ansia del otro por
no ser dominado desde los compases iniciales.
Bengoetxea VI fue el encargado de abrir el partido con su saque.
Tuvo en su mano dominar el tanto pero no pudo subir el primer punto a
su cartón. En cuanto Aimar pudo poner en juego su material escogido
la cosa se acabó. Oinatz fue incapaz de cogerle el tranquillo a esa
pelota que salía disparada del bote. Ni entrando de aire, ni
dejándola botar pudo entrar en el partido.
Los saques de Olaizola II fueron bastante buenos aunque no
definitivos. El de Goizueta fue consciente de que no necesitaba hacer
unos golpes iniciales devastadores ya que Oinatz Bengoetxea estaba
perdidísimo con este tipo de pelota.
La tacada de 13 tantos del navarro fue hecha casi sin dificultad.
No hubo resistencia por parte de su rival. Oinatz en ningún momento
estuvo en el partido. En momentos dio incluso la sensación de estar
atemorizado ante el potencial de un Aimar Olaizola que iba a piñón
fijo sin levantar el pie del acelerador. La presión pudo con el
leitzarra. Ni rastro de aquel pelotari solvente que fulminó a un
gran Berasaluze VIII.
Si se quiere ganar a Olaizola II se tiene que hacer un partido
perfecto teniendo cabeza fría. El palmarés del seis veces campeón
del Cuatro y Medio muchas veces es una losa demasiado grande en la
mente del oponente. Parece mentira pero es evidente cómo Aimar hace
que su rival cambie su forma de jugar con el mero hecho de hacer un
partido serio.
Ayer Oinatz no tuvo opción alguna. Estuvo realmente desacertado,
pero no sería justo decir que esto fue la clave del partido. Aimar
sacó, restó y finalizó de forma magistral. No hubo ninguna faceta
del juego en la que no estuviese bien. Especial mención merecen los
restos del de Goizueta. Dio igual que los saques de Oinatz fuesen a
una velocidad de vértigo o pegados a pared. La respuesta era un
pelotazo que siempre hacía que Bengoetxea retrocediese unos cuantos
pasos perdiendo toda la iniciativa.
A pesar de que era dominado no se rindió. Consiguió entrar en
algo de ritmo mediado el partido. El luminoso todavía señalaba un
contundente 14-5 a favor del campeón pero por lo menos ya llovía menos. Oinatz se soltó
un poco y empezó a intentar todo lo que no había podido hacer hasta
entonces. Fue un espacio de un toma y daca entre ambos pelotaris. Con
el 18-8 se acabó cualquier atisbo de remontada. Aimar volvió a
dominar a placer gracias a su amplia nómina de recursos.
Es una pena que una final tan interesante y vibrante como es la de
un Cuatro y Medio se 'ventile' en menos de un cuarto de hora. Aimar
estuvo como una moto desde el primer instante mientras que Oinatz
casi ni se presentó ante la cátedra.
El 22-9 no deja lugar a la duda. Olaizola II fue infinitamente
mejor que su rival. A sus 33 años suma su sexta txapela de la
especialidad. Nadie puede rebatir la teoría cada vez más evidente
de que estamos ante uno de los mejores pelotaris de la historia. La
'jaula' le viene como anillo al dedo maximizando sus ya tremendas
virtudes y con la serenidad que últimamente está mostrando es casi
imbatible. Goizueta de nuevo está de fiesta gracias al mejor
pelotari del momento.
Pelotazos: 188
Tiempo de partido: 46 min 50 s.
Jugadas: Olaizola II: 8 saques / Bengoetxea VI: 0 saques.
Parciales: 13-0; 13-2; 14-2; 14-5; 16-5; 16-7; 17-7; 17-8; 20-8; 20-9 y 22-9.
Imagen: DIARIO VASCO
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