Mañana dará comienzo en Lieja la 99ª edición del Tour de
Francia. En este año el Tour vuelve a recuperar sus recorridos con dos cronos
largas individuales, y superando los 50 kilómetros en una de ellas. Más de 100
kilómetros contra el crono durante toda la edición (sin cronoescalada) que
darán un toque a los escaladores que quieran conseguir algo. En los tiempos que
corren un recorrido algo arriesgado, pero puede que necesario.
En las últimas ediciones habíamos visto a ciclistas nada especialistas en la lucha
contra el crono ocupar posiciones avanzadas del Tour. Una prueba donde hacía
falta ser un buen contrarrelojista. Ahí están Indurain o Lance Armstrong,
dominadores de la prueba, o Ullrich eterno segundo. Excepciones escasas como la
de Pantani, un escalador que para ganar la ronda gala tuvo que atacar todo lo
que no está escrito y de lejos para obtener el Tour.
Sin embargo en las últimas ediciones todo se había
suavizado. Tampoco ayuda que el que más suba también sea el que mejor
contrarrelojea. Es lo que pasaba con Armstrong y lo que ha venido pasando con
Contador. El resto de ciclistas
terminaban conformándose con subir al cajón o hacer un buen puesto. Este año el
unipuertismo no servirá a los que quieran subir al cajón. Los kilómetros contra
el crono juegan a favor de gente que no sube tanto (aparentemente) y eso abre
el abanico a los ataques. ¿habrá algún valiente?
Es la duda general que puede haber. En el ciclismo de hoy
en día los ataques de lejos brillan por su ausencia. Venimos de un Giro donde a
pesar de toda la dureza de la última semana, fue una carrera de “resistencia”
más que de demarrajes. Este Tour puede ser la prueba del algodón necesaria. O
puede que sea la que sentencie definitivamente el espectáculo en el ciclismo
moderno.
Está en manos de los ciclistas. No ayuda nada a la
organización que el ciclista que tenía obligado atacar ante la ausencia del
máximo favorito, Andy Schleck, no sea de la partida. Deja tras de sí un rastro
de ciclistas que postularán al podio, o al top 5. Ciclistas que en algunos
casos les puede llegar el conformismo, víctimas del puestometrismo en que se ha
convertido el ciclismo en parte, por culpa del Uci World Tour y su sistema de
puntuación.
Si no fuera por ese puestometrismo, ciclistas como Samuel
Sánchez, Valverde, Nibali, Gesink o Vandenbroeck tendrían que arriesgar. Todos
ellos saben lo que es un puesto de honor entre los 10 mejores del Tour y se
morirán de ganas, ante la ausencia de los 2 mejores escaladores del momento, de
poder subirse cuanto menos al cajón (Samu ya sabe lo que es hacer 3º, pero fue
en los despachos y se perdió la foto de París).
Esos serán los encargados de animar la carrera. Jugar en
el último puerto a los ataques ante ciclistas que tienen a su favor las cronos
sería un grave error. Puesto que no dependerían de que un especialista fallara,
si no unos cuantos, los cuales, entre los 100 km´s contra el reloj, por lógica,
debieran coger algunos minutos de ventaja. Handicap para ciclistas que no
acostumbran a ataques lejanos.
Al frente de todos los favoritos hay dos nombres. El
vigente campeón del Tour, el australiano Cadel Evans, y el británico Bradley
Wiggins. El primero sabe lo que es pelear el Tour, el año pasado le tocó
ganarlo, pero antes ya había pisado el podio en dos ocasiones. Wiggins solo ha
completado un gran Tour (2009) donde fue 4º, pero el año pasado se cayó cuando
entraba en las quinielas, y en la Vuelta hizo podio. Su curriculum en pequeñas
vueltas estos dos últimos años y el recorrido favorable juegan a su favor.
También lo hace su equipo. En Dauphiné metieron miedo.
Tienen un bloque potente, que se sacrificará por su líder para intentar que se
convierta en el primer británico en ganar el Tour de Francia. El dominio del
equipo es tal que algunas lenguas ya empiezan a hablar de un Telekom como el
del 96. Y es que está reciente la Vuelta España donde Froome se convirtió en la
primera baza del equipo a final de la ronda. El británico nacido en Kenia no
lleva un gran año, pero apareció en Dauphiné,
listo para el Tour.
Evans y Wiggins parecen los dos destinados a pelear el
Tour. El australiano sabe lo que es atacar cuando es necesario, y posiblemente
le haga falta para doblegar al subcampeón del mundo contrarreloj, que en
Dauphiné derrotó al campeón Tony Martin. Miedo, mucho miedo. Otro cronner que
podría hacer un gran Tour es Menchov. El ruso acostumbra a aparecer de vez en
cuando y cuadno se ve de lleno en la lucha de algo importante, da buena muestra
de su nivel. Ahora en Katusha lleva toda la temporada enfocada a un Tour en el
que podría subirse a lo más alto del cajón, aunque al igual que a Evans
posiblemente le haga falta atacar para derrotar al británico de Sky.
Fuera de estos tres (o cuatro si incluyéramos a Froome)
ciclistas, la lista mencionada con los Valverde, Frank Schleck, Samu, Nibali,
Gesink o Vandenbroeck… además de lo que puedan aportar franceses como Peraud,
Rolland o Coppel, y el hombre-bala que aporte Garmin (llevan cuatro temporadas
colocando a al menos un ciclista diferente cada año entre los 10 primeros:
Vandevelde, Wiggins, Hesjedal y Danielson). No olvidamos a Cobo, pero su
rendimiento parece una incógnita, ha vuelto al equipo en el que se tiró un año
en blanco en 2010, y de momento va camino de lo mismo, pero su temporada iba enfocada
a doblar Tour y Vuelta, así que será ahora cuando tenga que demostrar su nivel.
El prólogo de Lieja dará paso a una serie de etapas sin mucha complicación que debieran
decidirse al sprint entre la amplia gama de sprinters que asisten a la prueba:
Cavendish, Greipel, Sagan, Goss, Kittel o Freire entre otros. La séptima etapa,
a disputarse el segundo sábado de carrera será la primera llegada en alto y
supondrá el inicio de la carrera para los grandes favoritos, si bien antes
habrán pasado una semana de nerviosismo donde las caídas (que el año pasado
causaron muchos estragos) deberán ser evitadas.
La planche de Belles filles, un puerto inédito de 1ª
categoría será final de etapa. 5,9 km´s de ascensión con una rampa final del
14% y una pendiente media del 8,5. Interesante final de etapa que en principio
podría irle como anillo al dedo a Valverde. Las diferencias entre favoritos se
espera que sean mínimas pero servirá para ir separando el grano de la paja. Al
día siguiente una interesante etapa entre Belfort y Porrentry para buscadores
como Luisle o Voeckler, repleta de cotas y con la Col de la Croix como plato
fuerte a 16 km´s de meta.
Estas dos etapas darán paso a la crono entre Arc et
Senans y Besançon. 41 kilómetros para especialistas que seguramente servirá
para colocar en puestos cabeceros a los mejores contrarrelojistas de la
carrera. Posiblemente Wiggins o incluso Tony Martin puedan salir de amarillo de
esta jornada, a la espera de los Alpes. Tras la jornada de descanso llegan las
dos etapas alpinas de esta edición.
El miércoles 11 de julio tendrá lugar la primera de
ellas, con llegada a Bellegarde Sur Valserine, tras pasar el gigante Grand
Colombier. El problema está en que desde la cima de este puerto hasta meta hay
43 kilómetros. A favor de los aventureros decir que tampoco es un terreno
excesivamente fácil de controlar puesto que casi todo es descenso, con la
salvedad de la cota de 3ª categoría Col de Richemond, ubicada a 20 de meta.
El jueves tendrá lugar la etapa Reina alpina con final en
la Toussuire tras subir 2 HC´s, La Madeleine y Col de la Croix de Fer y un 2ª
Col du Mollard. Etapa corta (148 km´s ) pero con mucho desnivel, y un puerto
final de 18,5 km´s. Se dejarán los alpes con una serie de etapas que mezclan
las posibles llegadas al sprint con par de jornadas exigentes con puertos de 1ª
categoría (aunque lejos de meta) que podrían hacer ver tácticas interesantes de
equipo para desbancar al líder, o en su defecto al menos unas bonitas peleas
por la etapa por parte de los cazaetapas.
Habrá, posiblemente, que esperar al miércoles 18 con la
etapa que termina en Bagneres de Luchon para volver a ver guerra. Aubisque,
Tourmalet, Aspin y el Peyresourde en el camino, la cima de este último a 16
km´s de meta, todos de descenso. Jornada exigente que obligará posiblemente a
ataques lejanos. Sería mucho pedir, pero si se viera algún ataque exigente (con
cabeza y posiblemente con equipo por delante) en Tourmalet (a casi 80 de meta)
se podría poner el Tour muy interesante.
Esa será la etapa Reina pirenaica y posiblemente la etapa
más decisiva de este Tour. Al día siguiente la última jornada que deberán
salvar los contrarrelojistas que postulen a ganar el Tour o al podio. 143
kilómetros con el Col de Menté, Port de Balés y el final en la cima de
Peyragudes a 1605 metros de altura. Nuevamente los que quieran rascar tiempo
para pelear la general puede que tengan que moverse en Balés, cuya cima está a
más de 30 de meta, ya que el puerto final, con 15 km´s al 5,1% no parece lo
suficientemente duro como para ganar el tiempo suficiente.
El sábado tendrá lugar la última jornada decisiva. Una
crono de 53,5 kilómetros. Una distancia muy amplia, donde el que llegue con la
gasolina justa puede perder unos cuantos puestos (o el podio), y donde los
especialistas que aun estén disputando el Tour tendrán su oportunidad de oro de
llevarse el amarillo en Paris, o cuanto menos de aparecer en la foto escoltando
al nuevo campeón del Tour de Francia. El domingo, como colofón final, la
clásica etapa por los Campos Elíseos de París.