viernes, 29 de junio de 2012

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Un Tour con sabor anglosajón




Mañana dará comienzo en Lieja la 99ª edición del Tour de Francia. En este año el Tour vuelve a recuperar sus recorridos con dos cronos largas individuales, y superando los 50 kilómetros en una de ellas. Más de 100 kilómetros contra el crono durante toda la edición (sin cronoescalada) que darán un toque a los escaladores que quieran conseguir algo. En los tiempos que corren un recorrido algo arriesgado, pero puede que necesario.

En las últimas ediciones habíamos visto a  ciclistas nada especialistas en la lucha contra el crono ocupar posiciones avanzadas del Tour. Una prueba donde hacía falta ser un buen contrarrelojista. Ahí están Indurain o Lance Armstrong, dominadores de la prueba, o Ullrich eterno segundo. Excepciones escasas como la de Pantani, un escalador que para ganar la ronda gala tuvo que atacar todo lo que no está escrito y de lejos para obtener el Tour.

Sin embargo en las últimas ediciones todo se había suavizado. Tampoco ayuda que el que más suba también sea el que mejor contrarrelojea. Es lo que pasaba con Armstrong y lo que ha venido pasando con Contador.  El resto de ciclistas terminaban conformándose con subir al cajón o hacer un buen puesto. Este año el unipuertismo no servirá a los que quieran subir al cajón. Los kilómetros contra el crono juegan a favor de gente que no sube tanto (aparentemente) y eso abre el abanico a los ataques. ¿habrá algún valiente?

Es la duda general que puede haber. En el ciclismo de hoy en día los ataques de lejos brillan por su ausencia. Venimos de un Giro donde a pesar de toda la dureza de la última semana, fue una carrera de “resistencia” más que de demarrajes. Este Tour puede ser la prueba del algodón necesaria. O puede que sea la que sentencie definitivamente el espectáculo en el ciclismo moderno.

Está en manos de los ciclistas. No ayuda nada a la organización que el ciclista que tenía obligado atacar ante la ausencia del máximo favorito, Andy Schleck, no sea de la partida. Deja tras de sí un rastro de ciclistas que postularán al podio, o al top 5. Ciclistas que en algunos casos les puede llegar el conformismo, víctimas del puestometrismo en que se ha convertido el ciclismo en parte, por culpa del Uci World Tour y su sistema de puntuación.

Si no fuera por ese puestometrismo, ciclistas como Samuel Sánchez, Valverde, Nibali, Gesink o Vandenbroeck tendrían que arriesgar. Todos ellos saben lo que es un puesto de honor entre los 10 mejores del Tour y se morirán de ganas, ante la ausencia de los 2 mejores escaladores del momento, de poder subirse cuanto menos al cajón (Samu ya sabe lo que es hacer 3º, pero fue en los despachos y se perdió la foto de París).

Esos serán los encargados de animar la carrera. Jugar en el último puerto a los ataques ante ciclistas que tienen a su favor las cronos sería un grave error. Puesto que no dependerían de que un especialista fallara, si no unos cuantos, los cuales, entre los 100 km´s contra el reloj, por lógica, debieran coger algunos minutos de ventaja. Handicap para ciclistas que no acostumbran a ataques lejanos.


Al frente de todos los favoritos hay dos nombres. El vigente campeón del Tour, el australiano Cadel Evans, y el británico Bradley Wiggins. El primero sabe lo que es pelear el Tour, el año pasado le tocó ganarlo, pero antes ya había pisado el podio en dos ocasiones. Wiggins solo ha completado un gran Tour (2009) donde fue 4º, pero el año pasado se cayó cuando entraba en las quinielas, y en la Vuelta hizo podio. Su curriculum en pequeñas vueltas estos dos últimos años y el recorrido favorable juegan a su favor.

También lo hace su equipo. En Dauphiné metieron miedo. Tienen un bloque potente, que se sacrificará por su líder para intentar que se convierta en el primer británico en ganar el Tour de Francia. El dominio del equipo es tal que algunas lenguas ya empiezan a hablar de un Telekom como el del 96. Y es que está reciente la Vuelta España donde Froome se convirtió en la primera baza del equipo a final de la ronda. El británico nacido en Kenia no lleva un gran año, pero  apareció en Dauphiné, listo para el Tour.

Evans y Wiggins parecen los dos destinados a pelear el Tour. El australiano sabe lo que es atacar cuando es necesario, y posiblemente le haga falta para doblegar al subcampeón del mundo contrarreloj, que en Dauphiné derrotó al campeón Tony Martin. Miedo, mucho miedo. Otro cronner que podría hacer un gran Tour es Menchov. El ruso acostumbra a aparecer de vez en cuando y cuadno se ve de lleno en la lucha de algo importante, da buena muestra de su nivel. Ahora en Katusha lleva toda la temporada enfocada a un Tour en el que podría subirse a lo más alto del cajón, aunque al igual que a Evans posiblemente le haga falta atacar para derrotar al británico de Sky.

Fuera de estos tres (o cuatro si incluyéramos a Froome) ciclistas, la lista mencionada con los Valverde, Frank Schleck, Samu, Nibali, Gesink o Vandenbroeck… además de lo que puedan aportar franceses como Peraud, Rolland o Coppel, y el hombre-bala que aporte Garmin (llevan cuatro temporadas colocando a al menos un ciclista diferente cada año entre los 10 primeros: Vandevelde, Wiggins, Hesjedal y Danielson). No olvidamos a Cobo, pero su rendimiento parece una incógnita, ha vuelto al equipo en el que se tiró un año en blanco en 2010, y de momento va camino de lo mismo, pero su temporada iba enfocada a doblar Tour y Vuelta, así que será ahora cuando tenga que demostrar su nivel.


El prólogo de Lieja dará paso a una serie  de etapas sin mucha complicación que debieran decidirse al sprint entre la amplia gama de sprinters que asisten a la prueba: Cavendish, Greipel, Sagan, Goss, Kittel o Freire entre otros. La séptima etapa, a disputarse el segundo sábado de carrera será la primera llegada en alto y supondrá el inicio de la carrera para los grandes favoritos, si bien antes habrán pasado una semana de nerviosismo donde las caídas (que el año pasado causaron muchos estragos) deberán ser evitadas.

La planche de Belles filles, un puerto inédito de 1ª categoría será final de etapa. 5,9 km´s de ascensión con una rampa final del 14% y una pendiente media del 8,5. Interesante final de etapa que en principio podría irle como anillo al dedo a Valverde. Las diferencias entre favoritos se espera que sean mínimas pero servirá para ir separando el grano de la paja. Al día siguiente una interesante etapa entre Belfort y Porrentry para buscadores como Luisle o Voeckler, repleta de cotas y con la Col de la Croix como plato fuerte a 16 km´s de meta.

Estas dos etapas darán paso a la crono entre Arc et Senans y Besançon. 41 kilómetros para especialistas que seguramente servirá para colocar en puestos cabeceros a los mejores contrarrelojistas de la carrera. Posiblemente Wiggins o incluso Tony Martin puedan salir de amarillo de esta jornada, a la espera de los Alpes. Tras la jornada de descanso llegan las dos etapas alpinas de esta edición.

El miércoles 11 de julio tendrá lugar la primera de ellas, con llegada a Bellegarde Sur Valserine, tras pasar el gigante Grand Colombier. El problema está en que desde la cima de este puerto hasta meta hay 43 kilómetros. A favor de los aventureros decir que tampoco es un terreno excesivamente fácil de controlar puesto que casi todo es descenso, con la salvedad de la cota de 3ª categoría Col de Richemond, ubicada a 20 de meta.


El jueves tendrá lugar la etapa Reina alpina con final en la Toussuire tras subir 2 HC´s, La Madeleine y Col de la Croix de Fer y un 2ª Col du Mollard. Etapa corta (148 km´s ) pero con mucho desnivel, y un puerto final de 18,5 km´s. Se dejarán los alpes con una serie de etapas que mezclan las posibles llegadas al sprint con par de jornadas exigentes con puertos de 1ª categoría (aunque lejos de meta) que podrían hacer ver tácticas interesantes de equipo para desbancar al líder, o en su defecto al menos unas bonitas peleas por la etapa por parte de los cazaetapas.

Habrá, posiblemente, que esperar al miércoles 18 con la etapa que termina en Bagneres de Luchon para volver a ver guerra. Aubisque, Tourmalet, Aspin y el Peyresourde en el camino, la cima de este último a 16 km´s de meta, todos de descenso. Jornada exigente que obligará posiblemente a ataques lejanos. Sería mucho pedir, pero si se viera algún ataque exigente (con cabeza y posiblemente con equipo por delante) en Tourmalet (a casi 80 de meta) se podría poner el Tour muy interesante.

Esa será la etapa Reina pirenaica y posiblemente la etapa más decisiva de este Tour. Al día siguiente la última jornada que deberán salvar los contrarrelojistas que postulen a ganar el Tour o al podio. 143 kilómetros con el Col de Menté, Port de Balés y el final en la cima de Peyragudes a 1605 metros de altura. Nuevamente los que quieran rascar tiempo para pelear la general puede que tengan que moverse en Balés, cuya cima está a más de 30 de meta, ya que el puerto final, con 15 km´s al 5,1% no parece lo suficientemente duro como para ganar el tiempo suficiente.

El sábado tendrá lugar la última jornada decisiva. Una crono de 53,5 kilómetros. Una distancia muy amplia, donde el que llegue con la gasolina justa puede perder unos cuantos puestos (o el podio), y donde los especialistas que aun estén disputando el Tour tendrán su oportunidad de oro de llevarse el amarillo en Paris, o cuanto menos de aparecer en la foto escoltando al nuevo campeón del Tour de Francia. El domingo, como colofón final, la clásica etapa por los Campos Elíseos de París.

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