martes, 5 de junio de 2012

0

EL AÑO QUE VIVIMOS INTENSAMENTE

Con la renovación de Marcelo Bielsa ya confirmada y la Eurocopa a la vuelta de la esquina es momentos para que en KIROLMANIA hagamos balance de la temporada del conjunto dirigido por el técnico de Rosario. Con tiempo para reflexionar desde que el Athletic cayó ante el Barça en la final de Copa las sensaciones que nos deja este primer año del 'Loco' en el banquillo bilbaíno son de lo más variadas.

A nadie puede escapársele que ha faltado rematar con un título el éxito de llegar a dos finales. Pero aún así la temporada ha sido realmente buena. Sin llegar al diez la afición ha quedado cuanto menos satisfecha por lo logrado teniendo en cuenta que en 114 años de historia el club rojiblanco solo había llegado a una final europea en toda su historia. Para desgracia de su afición se repitió la misma historia de 1977 cuando los Iribar y compañía cayeron con mala suerte en las mismas dos finales. En este caso queda en el debe de la plantilla disputar de tu a tu una final, algo que ni en las dos de este año ni en la de 2009 se ha conseguido.

Pero comenzando desde el principio toca recordar los dubitativos inicios del proyecto de Bielsa. Mucho ponían en tela de juicio las posibilidades del equipo para llevar a cabo unos planteamientos demasiado novedosos para lo que Bilbao estaba acostumbrado. Tras cuatro años con Joaquín Caparrós el cambio era radical y encima venía dado por un resultado electoral que dejó a Josu Urrutia como presidente de la entidad. Eso hacía que muchos estuvieran con el cuchillo desde el primer día, esperando agazapados a tener la oportunidad para saltar y reprochar los cambios de algo que, alegaban, iba por buen camino.

Pero recapacitar es una virtud y así como Marcelo Bielsa tuvo que replantearse algunas cuestiones quizá no tanto de su ideario y sí más bien respecto al protagonismo de ciertos jugadores, esos aficionados, no todos, cambiaron su desconfianza inicial desde que los resultados y el buen juego empezaron a llegar a Bilbao. Las inquietudes y temores de la pretemporada y los primeros partidos de Liga poco a poco fueron quedando atrás.

Una racha de 17 encuentros sin conocer la derrota unidos a excelentes partidos como los disputados ante Barcelona y Sevilla de manera consecutiva hicieron que el 'método Bielsa' calase hondo en la hinchada. Además un sorteo favorable hizo que el argentino, su cuerpo técnico y la plantilla pusieran sus miras en el torneo copero. Y a dicho sorteo se le unió la incapacidad de varios equipos para superar a rivales de inferior categoría como Albacete o Mirandés. Tuvieron que ser los leones quienes bajaran de la nube tanto a manchegos como especialmente a los de 'Charly' Pouso en semifinales.

En Liga poco a poco se fue enderezando el rumbo y las aspiraciones a entrar en Europa vía competición doméstica cobraban fuerza. Mientras todo eso ocurría en la Europa League llegó la machada. Ronda a ronda y espectáculo tras espectáculo los Llorente, Javi Martínez y compañía fueron no solo superando eliminatorias si no también asombrando al Viejo Continente. El sueño de disputar una nueva final europea 35 años después tenía visos de cumplirse, como finalmente ocurrió.

Al final un bajón físico o mental hizo que los pupilos del argentino no pudieran rematar la temporada. Dos finales en las que ni siquiera se puedo competir de tu a tu con el rival y que dejaron a la afición un regusto amargo que en un principio se tornaba decepción. Además las opciones de entrar en Champions League se esfumaron por ese mismo motivo. Final agridulce para un equipo que ha rozado el sobresaliente y una afición que sí ha llegado a esa nota, desplazándose en masa a Bucarest, Manchester, Gelsenkirchen, Madrid...

Los hay que con las finales perdidas han aprovechado para volver a sacar el cuchillo que se vieron 'obligados' a guardar al principio de la temporada calificando de fracaso la temporada. Otros decepcionados por el resultado de ambos partidos decisivos han caído también en la misma opinión. Duele perder dos finales en el mismo año y se entiende la decepción de esos seguidores. A nadie le gusta terminar así una temporada.

Decepcionante sí se puede calificar la clasificación liguera, con una décima posición final que no hizo justicia total a los méritos de un equipo que se dejó muchos puntos por el camino. Hablaba Bielsa asegurando que una decena más debían haber sumado en el casillero. Descuentos y últimos minutos fatídicos, malas decisiones arbitrales, de jugadores o del técnico hicieron que con la mala recta final fuera el sueño de alcanzar la máxima competición continental quedara en simplemente eso.

Pero haciendo un largo repaso a la temporada recordamos como un equipo acostumbrado a jugar unos 40-42 encuentros por año ha pasado a disputar 63. Un aumento del 50% en partidos y minutos para una plantilla corta de por sí, larga por nombres pero corta en lo que respecta a futbolistas válidos no solo para un tipo de fútbol nuevo si no también para mantener el nivel que el conjunto mostraba.

Esa acumulación de jornadas hizo que se encadenaran muchas batallas en pocas fechas. De enero a marzo los futbolistas rojiblancos apenas tuvieron descanso y era muy habitual sentarse frente al sillón cada tres días para ver noventa minutos de los bilbaínos. Eso supuso una merma física que muchos temieron y anunciaron durante varias fases del año, en noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo, abril.....y tuvo que ser a finales de este mes cuando llegara, quizá en el peor momento.

Además no eran pocas la voces que alegaban que la Liga era un objetivo secundario en vista de las posibilidades que tenía la entidad de llegar a dos finales en un mismo año cuando en las últimas casi tres décadas solo se había accedido a una, la de 2009. Y quizá el hecho de ser un equipo joven ha cobrado demasiada factura en la recta final del año, especialmente en los dos partidos más importantes de una temporada que como hemos comentado ha regalado momentos intensos y sobretodo mucha ilusión.

Pero con ese último dato en la mano es complicado tachar la temporada como mala o un fracaso. Perder siempre decepciona y en el último mes ha habido derrotas muy dolorosas. Pero el cómputo global del año deja un sabor más dulce que agrio. Un nuevo fútbol ha llegado a Bilbao. Esto ha hecho además que haya una nueva mayor unión, olvidando la división existente en la grada por el juego practicado en los dos últimos años de la era Caparrós y que explotó a finales de la temporada pasada.

Ese nuevo fútbol ha traído momentos de gran juego con otros algo más espesos. También han surgido nuevos futbolistas como De Marcos o Iturraspe. Algunos podrán alegar aquí que son jugadores que sacó el míster de Utrera. El mismo que hizo debutar a más de 25 cachorros, muchos de los que después nada se supo. Bielsa les dio importancia a esos futbolistas así como a otros como un Iñigo Pérez que no termina de cuajar o un Markel Susaeta que ha estado al mejor nivel de toda su carrera. Y qué decir de Ibai Gómez. En el otro lado quedan los infrautilizados como David López o Gabilondo, jugadores de los que quizá se hubiera esperado un mayor protagonismo.

Por todo ello ha habido más luces que sombras. Por eso a pesar de las finales queda una cierta satisfacción, una sensación de alegría por lo vivido. Quedará para años venideros la necesidad de saldar una deuda con la afición y no es otra que el paseo de la Gabarra por la ría del Nervión. Porque más allá de participaciones en Champions League, algo de muchísimo mérito, el Athletic es quien es por su afición y su historia. Una historia y tradición llena de finales perdidas pero sobretodo de triunfos y recibimientos. Ese deberá ser el objetivo de un Marcelo Bielsa que, con un año por delante, buscará saldar la deuda pendiente con una afición que no dudó en pedirle que se quedara cuando sus jugadores acababan de perder ante el Fútbol Club Barcelona.

Pero si algo han conseguido honrar a esa historia estos futbolistas es una cuestión que parecía olvidada. La llegada de Bielsa traía a Bilbao un entrenador ambicioso hasta el extremo. Y por eso ahora ya no se habla del rival antes de un encuentro, se habla del Athletic. De sus opciones, de sus posibilidades y de su juego. Una institución que siempre fue temida y que desde este año vuelve a infundir miedo en sus rivales, una cuestión perdida en los últimos 15 años. Algo sin duda motivo de orgullo para una afición siempre orgullosa de los suyos.

0 comentarios:

Publicar un comentario