Concluida la Vuelta, toca hacer balance de
Euskaltel-Euskadi en la presente edición de la ronda española. Desde el equipo,
parecen todos contentos con la labor del equipo naranja, que se ha ido sin
etapa, y sin podio, algo que únicamente había ocurrido desde 2004 en una
ocasión: 2008, entonces Igor Antón se cayó camino del Angliru (¿y del podio?)
cuando Egoi Martínez vestía de amarillo.
El equipo sale de la ronda española con un balance “a
priori” bastante bueno, un Top 10, otro que ha rozado entrar (11º) y segundos
en la clasificación por equipos. Hasta ahí la lectura parece positiva, y es el
argumento que venden (junto al del sacrificio y pelea, como es costumbre) desde
la web de la fundación y desde el volante y manillar del equipo. Sin embargo toca
hacer una visión desde más adentro para llegar a ver que no es oro todo lo que
reluce.
La principal víctima de esta ronda no es otra que Igor
Antón. El de Galdakao ha sido el mejor naranja en la clasificación (era el
líder) en novena posición. Un lugar a todas luces insuficiente. Sin embargo el
gran problema viene cuando desde el equipo y desde el propio ciclista se
intenta vender como éxito algo que no es tal. Igor una vez llegado a Madrid
confesó estar contento “por haber sido regular” (obviando su crono, la etapa de
Valdezcaray o la llegada al repecho de Jaca, donde cedió mucho tiempo.
Suficiente para privarle de mejores posiciones en la tabla).
No contento con eso se añadía que “era el objetivo al
llegar a Pamplona”. El segundo ciclista en el escalafón del equipo (tras Samuel
Sánchez), que llevaba toda la temporada pensando en la Vuelta, no se planteó al
inicio hacer podio, Top 5 o Top 10. El objetivo era “ser regular”. Cabe poner
los antecedentes a toda esta situación para que la gente tenga una visión más
global del asunto.
Igor Antón, promesa del equipo Euskaltel, ya se había
caído en dos Vueltas a España donde iba a más, y donde subía a niveles del os
mejores, hasta el punto de tener dos etapas y el maillot de líder en 2010
cuando se cae. Hasta la temporada pasada todo había ido bien, y las excusas
eran útiles, valían, se compraban: “se ha caído”. Igor parecía tener una Vuelta
en sus piernas, o cuanto menos el podio.
Llega 2011 e Igor empieza el Giro sin mucha forma pero va
a más. Llega Zoncolan, gana la etapa (su objetivo era ganar una etapa) y se
coloca tercero en la clasificación. Al día siguiente desaparece, se esfuma. No
durmió esa noche, por la ilusión de haber ganado la etapa. Automáticamente
parecía “borrarse” de seguir disputando a tope el Giro, cuando más fácil tenía
pelear un hueco entre los mejores del Giro más duro en muchísimo tiempo. Esa
actuación y su Vuelta a España, maquillada por la victoria (en fuga) en Bilbo
generaban dudas. ¿Realmente Igor hubiera ganado la Vuelta de 2010? Lo que unos
meses antes era una seguridad a voces empezaba a no serlo tanto.
Esta temporada Igor repitió calendario de 2010.
Centrándose en las Ardenas y Romandía el primer pico y el segundo en la Vuelta.
No se aprenden de los errores de jugar todo a septiembre. Y no contento con
ello, a diferencia de aquel 2010 donde salió de Primavera con dos triunfos de
etapa, un 4º puesto en Flecha y un 6º en un monumento como es Lieja, el líder
de Euskaltel no apareció. Estuvo en la Itzulia no solo no brillando si no están
lejísimos de un nivel aceptable para estar a apenas par de semanas de su
objetivo de la primera parte de la Primavera. En Flecha hizo un discreto 17º
puesto antes de caerse al iniciarse Lieja. Pero no aspiraba a mucho, no estaba
dando la talla.
Llegó la Vuelta e Igor Antón estaba ante su objetivo. El All
In había ido a parar para esta prueba. Toda la temporada justificándose
nuevamente en septiembre. No se aprende de los errores, pero nadie aprieta, ni
el ciclista por cambiar el calendario, ni el equipo en apretar las tuercas. Y
el resultado, no sale bien.
Aunque Igor y el equipo vendan esa novena posición como
agua de mayo, la realidad es la siguiente: Igor Antón hace cinco temporadas,
tras venir de dos semanas de Tour, habiendo ganado la etapa Reina en Romandía,
siendo su tercera temporada en pros, llega a la Vuelta justo de forma, de
gregario de Samu (que terminaría subiendo al cajón) y termina la ronda española
en octava posición. Hace cinco años Igor estuvo un escalón por encima, como gregario
de otro y no como líder, y sin haberse escurrido de sus labores el resto de la
temporada.
Las cosas van más allá. Desde su segunda temporada, allá
por 2006 cuando gana en la Vuelta a España, Igor no conoce lo que es estar toda
una temporada sin mojar, de momento no lo ha hecho y le queda poco: Lombardía y
como mucho el Tour de Beijing, donde no tendrá mucho terreno favorable. Lo que son las cosas, por mucho que se maquillen,
es que uno de los dos ciclistas que desde aquel 2006 ganan año sí y año
también, se ha jugado toda la temporada a una carta y no ha estado a la altura
no ya de los tres mejores, si no que apenas rascaba segundillos a los Talansky,
Gesink, Ten Dam o Dani Moreno… gente con una temporada mucho más cargada, y con
otros objetivos que el del ciclista bizkaitarra.
Sin embargo, en el equipo siguen viendo buena su
actuación en la Vuelta. El propio ciclista cabe recordar que empezó aspirando
al podio (aun reconociendo su dificultad), tras los primeros envites habló de
aspirar al quinto puesto, que se veía algo factible. Tras la primera de las
etapas del tríptico decisivo Igor era décino a apenas medio minuto o poco más
del octavo, y con terreno por delante, y el objetivo (dijo a las cámaras de
TVE) era “hacer séptimo u octavo, pero estará difícil”. Definitivamente ha sido
noveno, insuficiente hasta para lo que se iba proponiendo día a día.
Quizás debiera aprender de otros. Nicolas Roche, por
ejemplo, que siendo 12º y viniendo del Tour (donde hizo idéntico puesto) el
irlandés reconoció haber venido a “hacer top 10” y que se iba decepcionado con
su Vuelta. Y eso que no quedó Top 10 porque camino de Fuente Dé se le colaron
dos polizones por la fuga del día: Beñat y Verdugo. El irlandés no se escondió
a la hora de las declaraciones, y eso que era su segunda grande, consecutiva y
hasta mediada la Vuelta estaba séptimo en la General habiendo dado buenas
sensaciones.
Ahora habrá que plantearse como planificar la temporada
que viene. Igor Antón ya no puede esconderse más en el cartel de promesa, y no
puede excusarse en la fatiga, en las caídas. Este año, sin excusas de por
medio, ha sido noveno, no ha dado el nivel exigible (o esperable) para la
segunda espada del equipo. No ha justificado el no haber competido a nivel
hasta agosto para sólo poder ser Top 10 bajo en la clasificación de la Vuelta.
Habrá que plantearse qué objetivos proponerle, pero volver a planificar un año
como este es un error a todas luces. Igor se jugaba su última oportunidad a no
ser considerado una eterna promesa, a no estancarse.
Era su prueba de fuego para saber si daba la talla, y ha
fallado. Por el motivo que sea, pero ha fallado y ni se han puesto excusas,
solo se ha dicho que estaba bien pero “no super”. La última bala del ciclista
galdakaoztarra ha sido gastada, y era de fogueo. Toca apretar las tuercas y
repescar lo que hasta el día del Zoncolan del Giro pasado era un ciclista con
capacidades escaladoras espectaculares, y que en esta vuelta se ha quedado en
puestometrista regulero.
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