El guión de la Vuelta a España parecía escrito de antemano. El recorrido planteado por la Organización no daba para mucho más. Se esperaba espectáculo con 10 finales en alto, que los de la General disputasen todos los maillots, y un duelo cerrado hasta las últimas jornadas, objetivo Nº1 de la Vuelta desde hace años. Se pretende (Y consiguen) así captar la atención del espectador.
Como el guión de una película palomitera, la película iba cumpliendo, siendo "espectacular" en subidas finales, pero con falta de chicha en la trama, en el argumento. Todo sonaba a una película repetida. Una copia de lo visto anteriormente, nada nuevo bajo el sol. Hasta que Alberto Contador dinamitó la carrera camino de Fuente Dé en la que, sobre el papel, era la etapa de montaña más prescindible.
Sorprendente fue el giro de guión que el líder de Saxo Bank brindó a los espectadores, y el que hizo que una buena (pero no espectacular) Vuelta a España cambiara su nota, su calificativo a una ronda que será recordada para la historia. Contador volvió a vencer, tras su sanción, en Cantabria, enfundándose así el maillot de líder que no soltaría, adjudicándose así su segunda Vuelta a España.
No fue nada fácil para el pinteño. Su retorno a la competición, prometedor en el Eneco Tour (sin puertos) sirvió para afinar cara a una Vuelta donde posiblemente era el Nº1 en las quinielas. El único que algunos decían que osaría ganarle era Froome, un ciclista que venía del Tour y al que la Vuelta se le terminaría haciendo eterna, terminando en cuarta posición. Meritorio que no se bajara de la bici a pensar en otras cosas una vez que pintaron bastos.
El otro rival en las quinielas era Purito Rodríguez. Pero pocos presagiaban una posible victoria del catalán. A pesar de que venía de hacer segundo en el Giro, que venía descansado, que lleva años en un estado de gracia excepcional. A pesar de todas esas y otras muchas cosas, el líder de Katusha parece tachado en muchas listas. ¿El motivo? que sigue teniendo y arrastrando la fama de uphill finisher que no tiene nada que rascar en finales en alto.
Joaquim dio en los morros a todos los escépticos. Y lo hizo a lo grande. En una Vuelta a España con un nivel de participación bastante bueno, con mucha poca montaña (o poca mucha), concentrada en los finales, pero con puertos de buena entidad, y diferentes bien sea Ezcaray como La Bola; Lagos como Cuitu Negru. El catalán no sólo se defendió como gato panza arriba, si no que se podría declarar que fue el más fuerte, o el mejor escalador de la Vuelta a España.
Cabe matizar que Purito consiguió sus rentas a base de bonificaciones. Nada sorprendente en un ciclista con un gran sprint final en cuesta, y que si no le has matado antes del kilómetro final o de los repechos más duros, te mata. Y así fue cogiendo un tiempo de Oro que defendió enormemente en la crono de Pontevedra. Crono que le iba como purito a la boca, al no ser para especialistas. Joaquim salió con 1 segundo de ventaja de ahí, y sin más cronos consiguió en los días finales meterle unos segundillos y bonificación al madrileño ganador de las tres grandes.
Tras el tríptico que prometía poner todo patas arriba, Purito salió con una renta superior a los 30 segundos, y con dos victorias en el zurrón, además del "regalo" a Valverde en la meta de Arrate por un inesperado despiste. La Vuelta estaba en sus manos, a pesar de una renta tan pequeña todos daban por sentado que vencería en Madrid. No había mostrado fisuras a los constantes (o mejor dicho repetitivos, pero inconstantes) ataques de Contador, y le había remachado al final. Sólo quedaba La Bola del Mundo. O eso parecía.
Sin embargo fue camino de Fuente Dé donde todo voló por los aires. Una etapa rápida donde nadie dejaba hacer a la fuga mucho tiempo (Garmin y Radioshack tirando Dios sabrá para qué), un ataque de Contador con tres gregarios (perdón, cuatro; que estaba su amigo Tiralongo por ahí) por delante contra uno sólo del hasta entonces líder de la Vuelta. Purito no reaccionó a tiempo. ¿El motivo? no se sabe exactamente y no ayuda mucho que TVE no tuviera imágenes de ese momento (estaban emitiendo un reportaje de Vela en
El resto ya se ha contado bastante. Saxo-bank curró de lo lindo con Hernández y Paulinho antes de que Tiralongo devolviera el favor del Giro 11, y atrás Losada no dio abasto antes de dejar a Purito solo ante el Peligro. Momento en el cual Valverde se aprovechó para ponerle la puntilla al líder de la Vuelta, que tuvo que recorrer todo el camino a Fuente Dé peor que solo, acompañado de compañeros de Contador, que obviamente no le darían ni medio relevo. Por delante Valverde en una táctica bastante buena (y casi rematada) de Movistar, lograba alcanzar el segundo puesto que defendería días más tarde en
Lo que en Tenis es bola, set y partido, Contador lo hizo aquella tarde en Fuente Dé, llevándose la etapa, ganándose el maillot rojo, y dejar todo visto para sentencia salvo sorpresa. En La Bola del mundo disfrutó de la subida mientras Valverde y Purito peleaban por la pedrea. En una lucha donde al final el murciano salió vencedor siendo segundo y llevándose dos maillots de regalo en Madrid por esa absurda idea de poner tanto final en repecho (anulando la Regularidad para el mejor sprinter de la Vuelta, Degenkolb) y de poner un maillot tan innecesario como el de la Combinada en lugar de (por ejemplo) un maillot al más joven. Un premio que hubiera recaído en un sorprendente Andrew Talansky que terminó 7º en su primera grande.
Terminaba así la última grande de este año. Dejando hueco al Mundial y Lombardía, últimas dos citas importantes (con perdón del Tour de Pekín) que quedan esta temporada. Contador volvió como lo había dejado, venciendo. Y ahora le tocará engrosar su palmarés, porque aunque sus cuentas sumaran 7 (gesto que hizo con los dedos) al llegar a Madrid, en referencia al número de vueltas de tres semanas que tiene ganadas, la realidad es que la suma oficial son cinco. Le tocará continuar por esta senda para, si no recuperar lo perdido, al menos sí seguir sumando. Si es con actitudes como la de camino de Fuente Dé, a la afición de cualquier parte del mundo se la llevará en el bolsillo.
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