Levantar un título no tiene igual en cualquier modalidad
deportiva. Ya sea el atleta que consigue una medalla en un Campeonato de Europa
o el equipo de baloncesto que en Liga EBA logra salir campeón de su grupo.
Puede que no tengan el mismo valor material pero sí lo tienen en lo emotivo y
personal. Si quien tiene la opción de llevar al cielo de sus aficionados un
trofeo es el Athletic y ese trofeo es de Copa del Rey, el valor del mismo
aumenta exponencialmente, lo hace tanto en un valor material como, sobretodo,
en lo emotivo.
Es la Copa el campeonato que con más fervor se sigue en
Bilbao desde tiempo inmemoriales. No tiene parangón. La posibilidad que surgió
en Bucarest con la Europa League ya ha quedado atrás, olvidada por la presencia
de un título que altera los biorritmos naturales de la hinchada rojiblanca.
Tiene un halo especial esta final. Bucarest fue diferente, Bilbao y la Copa
tiran más hacia el ámbito de lo especial.
El ‘Rey de Copas’ quiere seguir haciendo honor a su leyenda.
Esa que dice que no hay nadie como él en el torneo del KO. Por eso para que el
equipo que dirige Marcelo Bielsa se sienta más arropado el desplazamiento de
aficionados a Madrid está siendo masivo. Los aventureros se animaron a tomar
dirección sur el martes o miércoles, buscando mimetizarse muy pronto con los
hábitos de una ciudad que en algunos aspectos resulta extraña a las costumbres
de los athleticzales. En Madrid las banderas de los balcones no existen, estas
pasan directamente a las manos de los hinchas, de unos seguidores que desde
hace días solo piensan en rojo y blanco.
El grueso de la afición se desplaza entre hoy jueves y
mañana viernes. Los colores del Athletic inundarán no solo el Calderón, también
los alrededores, el Athletic Hiria y la ciudad en general. La locura zurigorri
vuelve a salir a la calle. Vuelve a viajar, a exponer la mejor de sus marcas e
identidades. Esa que habla del fiel seguimiento de sus seguidores, esos mismos
que gane o pierda su equipo no dudarán en hacer sonar alto y fuerte aquello de “Athletic
Beti Zurekin”.
Quizá porque enfrente está el Fútbol Club Barcelona el grado
de optimismo es algo menor que lo que se pudo apreciar de cara a la final
perdida en Rumanía. Quizá por eso mismo se confía más en un grupo de
futbolistas no acostumbrados a este tipo de partidos. Tocará seguramente vivir
a remolque, soltar aguijonazos cuando menos lo esperen los blaugranas. Quizá en
definitiva es ese uno de los motivos por los que la afición no ha dudado en
seguir a sus futbolistas dejando Bilbao y Bizkaia un poco huérfano.
Las imágenes que quedarán de dicho desplazamiento quedarán
en la memoria de los allí presentes y gracias a las actuales tecnologías
quedará convertido en algo histórico. Como histórico esperan los athleticzales
que sea el partido sobretodo la imagen de Gurpegui o Iraola levantando un
trofeo que se ausenta en las vitrinas bilbaínas desde hace ya 28 años. Esa
fotografía es la que quieren ver todos los que, desplazados o no, tengan el
corazón en un puño durante los 90 minutos que dure el encuentro. Esa será la
que realmente quedará guardada en las retinas de unos aficionados que quieren
dejar atrás a Dani.
Quedan poco más de 24 horas para el comienzo del mismo. La
fiesta bilbaína ya ha arrancado, ahora solo queda rematarla. Y ahí jugamos
todos. Jugadores, cuerpo técnico, directiva, afición, periodistas. Nadie escapa
a su cuota de responsabilidad. El sueño de todos sonreír en cuanto el reloj
decida el cambio de día de viernes a sábado. La esperanza finalizar la fiesta el
domingo alrededor del Nervión.
Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario