martes, 29 de mayo de 2012

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UN ÉXODO SIN FIESTA

Cuenta la leyenda que en Bilbao había un equipo que era el Rey de Copas, temido por todos, que ganaba allá por donde pasaba. En pleno siglo XXI todo ha cambiado un poco. Ya es el segundo en títulos coperos y ni de lejos gana allá por donde va. La muestra las dos finales disputadas este año. Tres en tres años y el bagaje es demoledor, diez goles en contra, uno a favor. Duele solo de leerlo. Al menos la llegada de Marcelo Bielsa al banquillo rojiblanco más el conjunto de una serie de futbolistas jóvenes aunque sobradamente preparados ha hecho de los leones un equipo que empieza a meter el miedo en el cuerpo a todos sus rivales.

En la Europa League era el favorito a llevarse el título. 'Sobrepasados' titulé después de la final el texto donde repasaba lo acontecido en Bucarest. La segunda oportunidad para los bilbaínos llegaba ante el Barça en el Calderón. Mucho rival para un equipo que apenas está empezando una nueva etapa. Y así quedo demostrado. En apenas media hora final decidida y los blaugranas a dejar pasar el tiempo. Una mezcla de impotencia y decepción llenó los cuerpos de todos los athleticzales, desplazados a Madrid o no.  Otro título se escapaba de las manos en apenas dos semanas.

Un día festivo tornó en desgracia una vez más. Si el 9 de mayo Bilbao se engalanó como nunca lo había hecho, esta vez la fiesta se desplazó a Madrid. Allí un gran número de aficionados, más cercano a los setenta mil que a los cincuenta mil de las que hablan las fuentes oficiales, disfrutó de un día sin igual. Cualquier punto de la capital española estaba tomado por decenas de hinchas que no dudaban en cantar y animar a aquellos que como ellos vestían colores 'zurigorris'. Los había de todos los colores, niños y ancianos, jóvenes y adultos, mujeres y hombres. No había distinción, todos eran uno, el Athletic.

La locura desatada demostró una vez más la excelente salud de la familia rojiblanca. Lo malo sin duda es el trato recibido desde unas instituciones hostiles que no dudaron en poner una y mil trabas a aquellos que solo querían vivir un día festivo. Controles en carreteras que eternizaban los desplazamientos, multas provocadores, policías con ganas de martirizas a los seguidores, la dichosa manifestación, la no apertura el jueves de la Hiria... demasiados puntos negativos que habrá que tener en cuenta en futuras experiencias. Al menos la ciudad madrileña mostró un mejor trato a los athleticzale, quizá por aquello de no ver ganar al Barça o por la alegría en el gastar que mostramos los desplazados. La sensación final era que algunos 'queridos' mandamases no tenían ganas de ver contentos a los bilbaínos. No lo consiguieron.

La locura de la Athletic Hiria rebasó cualquiera de las opiniones y no son pocos los que han mostrado el disgusto por la falta de previsión o algunas penurias allí sufridos. Otros en cambio solo tenían parabienes. Sonaba Marijaia como si de las txosnas de Bilbao se trataba mientras poco a poco se consumía el reloj camino de las diez de la noche. Si uno realizaba un giro de 360 grados solo veía un color: rojiblanco. Hasta los más pesimistas cayeron rendidos al clásico optimismo athleticzale y nadie dudaba en las capacidades de su equipo.

Pero no pudo ser. Por eso una afición que merece una alegría como ver la Gabarra por la ría se siente decepcionada. Hay quienes incluso desilusionados. Otros en cambio ya se han levantado. El jarro de agua fría llegado en el minuto tres fue duro pero los cánticos de unos seguidores que siempre son fieles no dejaron una duda de que este club seguirá adelante. Y que el próximo título está mucho más cerca. Esa es la confianza y seguridad de todos. Los tiempos de penurias quedaron atrás, ahora es tiempo de disfrutar.

Quizá nunca se repita un éxodo athleticzale como el del viernes en Madrid. O quizá sí. Pero seguro que la próxima fiesta zurigorri alarga su duración unas cuantas horas más. Ese es el objetivo deseado. Solo queda rematar la construcción y apuntalar el tejado. La base ya está puesta y el camino marcado. A intentar ampliar el Museo del Athletic.

Imagen: El País

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