viernes, 20 de abril de 2012

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NADIE DIJO QUE FUERA FÁCIL

Toca remontar. Tras 90 malos minutos el Athletic deberá dar la vuelta a un resultado adverso. Será el próximo jueves en San Mamés donde los leones lucharán junto a cuarenta mil almas para sacar adelante una eliminatoria que se ha puesto cuesta arriba. El 2-1 con el que el Sporting de Portugal cerró el primer duelo de las semifinales resultó justo para los méritos de unos y otros pero los bilbaínos soñaron con otra machada como la de hace escasas semanas en Gelsenkirchen cuando lograban ponerse por delante en el marcador.

El partido tuvo la historia que quiso el equipo de Sa Pinto. Se jugó a su ritmo, a su juego y en todo momento se encontraron cómodos al cien por cien. Los de Bielsa salieron temerosos, como si la situación y el fuerte arranque de los lisboetas. Nada que no fuera esperable por otra parte en vista que en los últimos encuentros los rojiblancos arrancan con una marcha menos para terminar los noventa minutos más enteros.

El problema llegaba al no haber reacción por parte de los pupilos del técnico argentino. La falta de intensidad generó problemas a los leones que eran incapaces de asociarse con claridad. Además, la buena primera línea de presión lisboeta no fue contrarrestada de ninguna manera por parte ni de los jugadores ni de Marcelo Bielsa. El cortocircuito era importante y este había llegado en uno de los peores momentos. No el peor.

En la segunda mitad los papeles seguían sin cambiar pero el gol que se encontró el Athletic gracias a Aurtenetxe dio un vuelco al partido. Durante los veinte minutos siguientes los bilbaínos volvieron a creer, crecieron y fueron superiores a los portugueses. Se hicieron con el mando del partido. Más tarde de lo esperado pero por fin entraron en las semifinales. La pena para ellos es que duró poco y no se pudo rematar el duelo. La ineficacia en el remate, algo demasiado visto este año, fue una vez más otro lastre que pesó a los vizcaínos. El poste de Amorebieta (excelente partido el suyo, está a un nivel increíble) es solo una muesca más del, quizá, aspecto más negativo de los rojiblancos en lo que va de temporada.

En los siguientes veinte minutos el Athletic fue el Athletic. El Sporting recibió un duro golpe a su moral, hasta entonces intacta, y dudó durante un rato. Habían sido superiores, no les habían tosido y de repente estaban un gol abajo y en casa. No lo entendían, necesitaban una explicación. El fútbol, belleza pura en sus instantes más decisivos, tiene estas cosas inexplicables. Era el momento para los bilbaínos de rematar a su rival como hizo con el Schalke 04. Pero no pudo ser.

El despiste en el tanto del empate dio pie a la buena jugada de Capel que significó el 2-1 final. Quien más y quien menos rezaba para que el colegiado, ciertamente tendencioso durante la contienda, pitará el final del partido. A recogerse y pensar en el partido de vuelta. El marcador no se movió y así será.

Pero antes de eso hay que pensar en los errores cometidos en el encuentro de anoche. Como esa falta de intensidad o, más bien, la victoria en lo que respecta al duelo de la intensidad. La imprecisión del Athletic con el balón nació de ese problema. Ante un rival que jugaba con una marcha más en todas sus acciones los leones parecían incapaces de combatirlo en igualdad y así mover el balón con tranquilidad. A añadir el hecho de que allí donde había un león rojiblanco con el esférico, había un león verdiblanco encimando. Cosa que no siempre ocurría cuando el dueño del cuero cambiaba de color.

El excelente repliegue y esfuerzo en la presión de los portugueses no fue igualado por los bilbaínos. Ahí estuvo otra de las claves. Además, lo que a Bielsa se le reconoce para bien en ocasiones toca decir que se ha equivocado. Como, a juicio personal, ayer ocurrió. Primero al ser incapaz de dar las instrucciones precisas para superar esa primera línea de presión de hasta cuatro jugadores que comentábamos en la previa. Se le atragantó al City, al Metallist, al Benfica y ayer al Athletic. No hubo consejos ni órdenes desde el banquillo así como los jugadores fueron incapaces de verlo en el terreno de juego. Escasas ayudas de De Marcos y Herrera a un Iturraspe por momentos muy solo.

Otro de los errores del rosarino llegó tras el gol rojiblanco. En vista del flojo partido que realizaban los nuestros no hubiera estado nada mal aprovechar el momento en el que la balanza se ponía de su parte para mover un poco el banquillo. Inercia positiva para refrescar. El primer cambio además supuso sacar del campo a un Ander Herrera que daba claridad al equipo con el balón dentro de una noche oscura. Pero con la amarilla que encargó De Marcos en el minuto diez no había que arriesgar. Con la baja del de Laguardia no se puede permitir uno que Herrera, también apercibido, se pierda el encuentro de vuelta. Pero donde erró el argentino fue en el sustituto. Con un Sporting que desde el banquillo se lanzaba con todo tras los cambios, entró San José pensando más en frenar que en rematar. Pensando más en recuperar que en mantener. Quizá la opción de Ibai hubiera sido más beneficiosa en vista del poco fútbol que llegaba desde las bandas con Muniain y Susaeta, mandando al de la Chantrea al centro del campo.

El resultado se quedó como estaba, los errores se cometieron y ya solo quedan noventa minutos. Pero si hubo quien dijo que ‘noventa minutos en el Bernabéu son muy largos’ qué se puede decir de San Mamés. La Catedral rugirá como en pocas ocasiones ha hecho para llevar en volandas a once leones que convertirán, seguro, a los portugueses en gatitos. No les queda otra. Esa debe ser su consigna de aquí al jueves. Porque, recordemos, el peor partido de la competición ya se ha disputado. Fue ayer. Queda una gran noche por delante para que la fiel hinchada rojiblanca vuelva a disfrutar de una final europea y así borrar de una vez por todas la deuda que Europa mantiene con el Athletic desde 1977. Nadie dijo que iba a ser fácil.

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