viernes, 30 de marzo de 2012

0

UNA FE QUE MUEVE MONTAÑAS

Llegó anoche el Athletic a Alemania en este viaje europeo que le está llevando por los principales países del continente. Francia, Rusia, Reino Unido fueron las anteriores paradas de un tren que parece tener la última estación en Bucarest o, quizá, allá donde el Abra desemboca, con una Gabarra esperando la llegada de un grupo de chavales, aldeanos les dicen, que sueña y hace soñar.

Para eso queda aún algo más de un mes y ayer, como decimos, el tren dejaba a los leones en una plaza complicada. El Schalke 04 es tercero en la Bundesliga a nueve puntos del líder, buscando una plaza en una Champions League de la que el año pasado fue semifinalista y donde cayó eliminado precisamente ante la anterior víctima europea de los rojiblancos, el Manchester United.

El bloque que comanda Raúl juega y deja jugar.... casi siempre. Durante gran parte del encuentro de anoche los germanos consiguieron ahogar a los bilbaínos con una gran presión ante los intentos de los visitantes por sacar el balón jugado. Casi siempre en vano excepto en contadas ocasiones, como la del primer tanto de Fernando Llorente. Esta vez no solo había un rival de enjundia enfrente si no que además dominaban al Athletic con comodidad. El sueño rumano de Bizkaia se derrumbaba por momentos.

Los dos zarpazos de Raúl hacían justicia a lo mostrado en el terreno de juego. Pero a un equipo de Marcelo Bielsa no se le puede dejar vivo. El rosarino tiene una máxima que imprime con fuego a sus equipos, aquella que habla de no dejar de buscar la portería rival hasta el pitido final. Quede aire o no, sea lo más sensato o no. Y anoche el oxígeno lo monopolizó el once alemán, con un siete magistral y un Papadopoulos que cuando los bilbaínos apretaban era el máximo baluarte defensivo de los de Huub Stevens.

Por primera vez en esta temporada se pudo ver a un Athletic timorato, queriendo pero sin poder, penalizado y pareciendo una sombra física, táctica y técnica de lo que vienen siendo sus señas de identidad esta temporada. El miedo en la afición rojiblanca circulaba como Pedro por su casa. Los rojiblancos ya no eran el león que atemorizaba rivales si no que era una presa débil en manos de su rival. Tras el 2-1 el tercero parecía cerca y amenazaba las esperanzas de conseguir una segunda final.

En esas el duelo en los banquillos cayó del lado del técnico argentino. Mientras Huub Stevens no vio las debilidades de los suyos y perjudicó sus propios intereses al meter un doble cambio demasiado ofensivo, Marcelo Bielsa veía los padecimientos que su equipo sufría en la banda izquierda y se decidió por un cambio arriesgado. Aurtenetxe dejaba su lugar a un Íñigo Pérez que no tendrá buenos recuerdos del lateral zurdo. Aún así, fue en ese instante cuando un Farfán fuera de forma dejó de ser un incordio para los leones. Y a partir de ahí el Schalke fue menos fiero.

Sorprendentemente el equipo rojiblanco sacó fuerzas de donde no las tenía. En un córner empataban los leones por mediación de Llorente, convirtiéndose así en el primer león en repetir doblete europeo más allá de los lindes de San Mamés. Pero quedaba mucho. Lo que no esperaban quizá los propios jugadores de Bielsa es que ese segundo tanto fuera una losa mortal para los alemanes. Los germanos no esperaban recibir un gol cuando parecían estar en disposición de cerrar la eliminatoria y lo acusaron. Y de qué manera.

Excepto en alguna ocasión aislada, como el disparo al poste de Huntelaar, los bilbaínos tomaron el mando del partido y se fueron a por la victoria. Curioso que cuanto más se habla de la carga de partidos y minutos, la falta de rotaciones y el cansancio, lleguen los mismos “cabrones de siempre” y ante el Sporting no muestren señales de fatiga y en Alemania remonten un 2-1 y pongan pie y medio en las semifinales en los últimos 20 minutos del partido.

En una actuación de auténtico extásis los leones se multiplicaron y de repente parecían ser 12, 13 y hasta 15 los jugadores que estaban sobre el campo. Donde antes dominaba el Schalke ahora el color era rojiblanco. Recordando el pasado reciente pocos hubieran apostado por lo que estaba a punto de ocurrir. Creencia, confianza, optimismo, fuerza, fe. Los calificativos que pueden utilizarse son muchos y muy variados.

Esa fe inquebrantable que Marcelo Bielsa muestra siempre en sus pupilos, sean argentinos o chilenos, pericos o leones, la imprime de tal manera en esos mismos jugadores que estos, cuando vienen mal dadas, siguen creyendo que son capaces de todo. Sueñan y cuando sueñan, cae cualquier muralla que se ponga delante. Ayer la potencia germana tuvo que echarse a un lado ante la excelencia de veinte minutos mágicos que, ocurra lo que ocurra de aquí al final de la competición, entraron con derecho propio en la historia rojiblanca.

Una más de un equipo que ha pasado de ser dominado y especular a dominar y no dudar. A ver la portería rival como único objetivo y no como una mera cuestión opcional. A vivir los partidos ahogando y no siendo ahogado. Y que cuando es superado sigue creyendo, sigue esperanzado y sueña con ganar, sea el lugar que sea y ante el rival que toque. En Liga, Copa o Europa. Y con sus sueños, sueña toda una afición. Si la fe de estos futbolistas mueve montañas, unida a la de sus aficionados puede con cualquier cosa que se le ponga por delante.

Descarga aquí KIROLMANIA Magazine (Nº 7) para leer más historias como esta. Si lo prefieres disfruta de ella online en Joomag.

Síguenos en Facebook y Twitter.



Imágenes vía athletic-club.net

0 comentarios:

Publicar un comentario