miércoles, 29 de febrero de 2012

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SÓCRATES, ÚNICO DENTRO Y FUERA DE LA CANCHA

+Fútbol, Corinthians, Democracia Corintiana, Fútbol Brasileño, Historia Fútbol, SócratesEra un futbolista diferente. Un genio con el balón atado al pie. Alto, desgarbado, pelo largo y barba poblada, no daba la imagen de lo que hoy en día se espera de un crack. Nunca fue su intención. Lo suyo era el fútbol. Y la vida. Y sus ideas. Pero sobre todo el fútbol. El que le hizo formar parte y liderar una de las mejores selecciones brasileñas de todos los tiempos, quizá la última ‘verde-amarelha’ en llevar a su máxima expresión el ‘jogo bonito’. Ese que le hacía ser uno de los 125 mejores futbolistas vivos según la FIFA. Una clasificación de la que tuvo que salir el 4 de diciembre cuando su cuerpo dijo basta tras una vida castigada por la cirrosis que le causó su problema con el alcohol.

Nacido el 19 de febrero de 1954 en la localidad brasileña de Belém, el joven Sócrates Brasileiro tuvo que esperar para poder dedicarse al fútbol a tiempo completo. Su padre no veía claro que su hijo fuera a ganarse la vida con el balón y le pidió que estudiara en la universidad. Demostrando desde el primer momento que era un futbolista atípico, el joven carioca escogió y terminó la carrera de medicina, siendo conocido en su etapa deportiva como “Doctor Sócrates”. Sus comienzos en el Botafogo SP, donde había ido escalando en sus categorías inferiores, le llevaron irremediablemente al primer equipo del club de Riběirao Preto. Más allá de los deseos de su padre para que se alejara del fútbol su destino estaba escrito y tenía forma esférica. Su lugar se encontraba bajo los focos, allí donde se escriben las leyendas deportivas.

Los comienzos en el conjunto paulista resultaron infructuosos, pero ya dejaba buena muestra de lo que sus pequeños pies (calzaba un 37 pese a medir más de 1,90 de altura) y su veloz mente eran capaces de realizar. Esas virtudes le situaron en el Cortinthians en el año 1978. Llegaba por tanto a uno de los históricos del campeonato brasileño y si la exigencia se suponía mayor demostró que estaba hecho de un material diferente. Sin rehuir de su juego espectacular, donde el cómo importaba tanto o más cómo el qué, se convirtió en el líder natural de un equipo que en el terreno de juego unía a grandes jugadores como Casagrande, Wladimir, Zenon o Zé Maria. Era el sustituto perfecto de todo un campeón del mundo como Rivelino, fuertemente presente en esa mágica constelación de estrellas que la ‘verde-amarela’ unió para deleitar al planeta a la vez que conquistaba el cetro de los cetros. ‘Riva’, ‘diez’ carioca tras Pelé, aportaba tanto a Brasil como a su club sus regates imposibles y su zurda prodigiosa. Con Sócrates todo parecía volver a la normalidad.

La realidad del Corinthians a la llegada de Sócrates decía que la excelsa presencia de Rivelino se había transformado en un total de cero títulos para las estanterías de la institución. En el año previo a la llegada del ‘Doctor’, 1977, se borraron de un plumazo décadas de sinsabores con la conquista del Campeonato Paulista. Ya con él en las filas del club los logros se repitieron y tres nuevos trofeos llegaron a las vitrinas del ‘Todo Poderoso’, en 1979, 1982 y 1983. Pero el mito generado por esa plantilla en esos años no se firmó todo en el césped a pesar del exquisito fútbol que realizaban. Porque en un grande como el Timão sería donde Sócrates junto a sus compañeros y miembros del club redactaría una página completamente diferente en la historia del fútbol. En lo que a las reglas internas de este deporte implican. Los códigos naturales del balompié que diría aquel. Y su mensaje trascendería mucho más allá sin que sus protagonistas buscasen deliberadamente ese resultado.

En un Brasil bajo una fuerte dictadura militar desde que en 1964 tropas sublevadas derrocasen al electo presidente Joao Goulart, los atisbos y sueños de democracia quedaban lejanos. Sonaban a palabras de otro tiempo o lugar. Irónicamente cuando mayor era la represión en el país la popularidad del régimen dictatorial se encontraba en lo más alto. Aunque la supuesta intención inicial de los sublevados era que su paso fuera transitorio, no sería hasta diez años después que se vieran los primeros signos de una posible futura democracia. Sin demasiado aliento para el pueblo. Esa transición inicial se convirtieron en 19 largos años pagados, como es habitual, de manera única por el pueblo. Los guiños en forma de pseudo-democracia no bastaban.

DEMOCRACIA CORINTIANA
+Fútbol, Corinthians, Democracia Corintiana, Fútbol Brasileño, Historia Fútbol, SócratesEn el año 1979 tomaría posesión en el cargo de Presidente de la Nación Joao Figueiredo, solo uno después de la llegada de Sócrates al Timão. El ‘Doctor’ resultaba ser una persona de fuertes creencias ideológicas. Posteriormente, quizá para reforzar su capacidad de reflexión, terminaría una segunda carrera: Filosofía. En aquel tiempo en el que Figueiredo se convertía sin saberlo en el último presidente de esa dictadura militar, era presidente del club paulista Vicente Matheus, que hacía y deshacía a su antojo. Su mandato terminaba en 1981 y le sustituyó Waldemar Pires quien lejos de seguir las maneras de trabajo de su predecesor, decidió abrir su equipo de trabajo. Entre ellos se encontraba Adilson Monteiro, persona clave del engranaje de lo que resultó ser un rayo de luz dentro de la oscuridad.

Sócrates decía que su ideal “sería un socialismo perfecto, donde todos los hombres tengan los mismos derechos y los mismos deberes. Una concepción del mundo sin poder”. En el año 1982 comenzaría a vivir muy cerca de ese ideal, al menos en lo que al fútbol respecta. Poco a poco los futbolistas del plantel se fueron inmiscuyendo en el día a día del club y a base de propuestas y mucha conversación se llegó a la democratización absoluta del club. Con nombre y apellidos: Democracia Corintiana. Cada decisión a tomar por el club, desde la comida previa a los partidos al autobús a utilizar, pasando por si el equipo se concentraba o no, dónde y cuándo... todo era sometido a votación. Y cada persona contaba con un único voto. El único lugar en el que no había capacidad de decisión se encontraba en las decisiones tácticas, en el fútbol en sí. Ahí no había dudas, era el entrenador quien mandaba.

Cuestiones como los fichajes o los despidos pasaban a ser decisión común en el club. El resultado fue el título del Campeonato Paulista de 1983. El sueño de Sócrates cumplido y unido a su mayor pasión. El ‘Doctor’ podía sentirse realizado. Pero esa utopía no duró mucho y en 1985 el jugador puso rumbo a Florencia, Italia. Solo duraría un año ante las exigencias dentro y fuera del campo que le imponían. Si algo no le gustaba al brasileño era no sentirse libre. Y allí, con prohibiciones como la de no tener la posibilidad de echar un par de tragos tras un entrenamiento, se sentía fuera de lugar. Ahogado. De vuelta a Brasil, siguió disfrutando y deleitando a los seguidores, esta vez en Flamengo y Santos. Como lo hizo en 2003 cuando se volvió a calzar las botas a la edad de 50 años tras fichar por el modesto Galforth Town inglés.

O como cuando deslumbró junto a sus compañeros de selección en su paso por España para disputar el Mundial de 1982. Brasil caería ante Italia en cuartos de final y nunca sabremos si fue por las ganas de ganar y agradar. Lo que tanto él como otros genios como Zico, Falcao o Junior llevaban en la sangre. La magia. El espectáculo. Entender el fútbol como un medio para un fin. El de disfrutar. En la mente de todos los que vieron o han visto a ese equipo queda la imagen de un conjunto preciosista donde el capitán, con el número 8 a la espalda, era la pura imagen del antifútbol. Alto. Desgarbado. Con melena y una barba más que poblada. De pies pequeños. Pero una vez cogía la pelota y se la pegaba a la bota, eso, él, era el fútbol.

Texto extraído de nuestra revista digital mensual. Descarga aquí KIROLMANIA Magazine (Nº 6) para leer más historias como esta. Si lo prefieres disfruta de ella online en Joomag.

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