jueves, 23 de febrero de 2012

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SALIÓ CARA

Bilbao Basket, Bo McCalebb, MIB, D'or Fischer, David Andersen, Efecto Miribilla, Euroliga, Fotis Katsikaris, Igor Rakocevic, Marko Banic, Montepaschi Siena, Partidos BB, Raúl LópezSeis segundos por delante. En lo que venía siendo un final de infarto quedaba un capítulo por delante. Raúl López agarra el balón y no duda. Las opciones pueden ser varias pero el tiempo es limitado. Dirección canasta y que sea lo que tenga que ser. Parece que busca doblar el pase para Marko Banic. Stonerook hace su trabajo y lo evita. 2 segundos. Raúl amaga hacia un lado y sale para el otro. El americano cae en la finta y el base se queda con un tiro complicado pero sin nadie encima. Lanza con un segundo por delante, tiempo que a muchos les pareció una eternidad. El Bilbao Arena enmudece. Se puede cortar la tensión con un soplido. El balón sube y baja. Cara o cruz. Victoria o derrota.

La tarde noche comenzó mucho antes, incluso antes que la hora que marcaba el inicio del encuentro. Desde la previa que acompaña a todo partido, ayer antes de lo que muchos hubieran deseado, la afición era consciente de vivir un día especial, uno de esos duelos que iban a quedar marcados en la historia de los hombres de negro. Caían los pintxos y bocatas pero si algo hacía trabajar a los camareros de los diferentes establecimientos de los alrededores del pabellón bilbaíno era la cerveza. Que nadie se confunda, no era aquello una fiesta donde corrían los efluvios etílicos. Sencillamente la parroquia que sigue con ilusionante fidelidad a los hombres de negro necesitaba un poco de gasolina, material que encendiera el fuego interno que después inunda Miribilla.

No valía entrar frío al recinto, los decibelios marcarían el primer paso del equipo y estos no podían llegar únicamente de ese speaker, adorado por unos y rechazado por otros, que tan ardua labor efectúa en todos los encuentros sean estos de mayor o menor grado de relevancia. Y si había alguna duda todas quedaron disipadas con la presentación de los pupilos de Fotis Katsikaris. Cuando el ruido es ensordecedor cuesta distinguir quién es el que se lleva la palma a la hora de ser nombrado u ovacionado en ese sprint anímico inicial. De realizar una medición los resultados serían realmente interesantes. Hasta un recién llegado como Mamadou Samb debió notar (y agradecer) el extremo calor que le entregaban los que le rodeaban un poco más arriba. Cuando tu papel no pasa de chocar manos y esperar una oportunidad gestos como ese animan sobremanera.

Con esa predisposición en aficionados, medios y jugadores daba comienzo el duelo. Desde el primer momento se palpó la importancia que tenía el choque para ambos conjuntos, incluso para unos italianos ya clasificados. No venían a Bilbao de paseo y la victoria era la única opción. Idéntico a los hombres de Katsikaris. Por tanto las espadas estaban en todo lo alto. O más bien en mano de unos bravos y duros caballeros que hicieron todo lo posible por evitar que el rival consiguiese el éxito de sumar para su equipo. Y es que desde el salto inicial hubo estopa y de la buena. Nadie se cortó. Eso y lo desacertado que se mostraban los dos equipos ante el aro rival hizo que finalizara el primer cuarto con un 7-8 en el marcador. Números de balonmano.

¿Era lo de anoche un deporte diferente? Desde luego costará ver en el Bilbao Arena unos árbitros tan permisivos con las defensas tan duras que se mostraron ayer. El simple paso de un bloqueo suponía para los jugadores vivir su Vietnam particular. La grada se dio cuenta desde el primer minuto y ejerció una labor infernal sobre los tres colegiados. Quizá se les fue un poco de las manos aunque en su favor queda el decir que cuando debieron tomar decisiones relevantes no dudaron ni un solo segundo. No debió resultar sencillo el partido de anoche para ellos y tiraron por la calle del medio. Acierto o error, eso queda en manos de los más analistas. La permisividad permitió ver un partido algo diferente a lo esperado. Y digo algo ya que todo el mundo imaginaba que en la cancha se viviría una auténtica guerra por cada posesión, balón y posición.

Bilbao Basket, Bo McCalebb, MIB, D'or Fischer, David Andersen, Efecto Miribilla, Euroliga, Fotis Katsikaris, Igor Rakocevic, Marko Banic, Montepaschi Siena, Partidos BB, Raúl LópezEso otorga al encuentro un tinte épico, ese que reciben las grandes citas. En el segundo acto el Gescrap Bizkaia conseguía su primera ventaja en el partido cuando se llevaba minuto y medio del parcial. 9-8 y éxtasis a la grada. Cualquier pequeño motivo era suficiente para alentar y engrandecer el tan conocido Efecto Miribilla. La igualdad en cada lado de la cancha era el sinónimo de lo que reflejaba el marcador. A punto estuvieron los bilbaínos de irse al descanso por delante pero lo evitó Igor Rakocevic, un viejo conocido de la ACB y por supuesto de la afición local. No estuvo fino Aaron Jackson en la última jugada cuando perdió el balón a escasos segundos de que sonara la bocina. No fue la noche del base de Hartford, que terminó dolorido por un doble golpe que recibió en las postrimerías del partido. Aunque bien pudo ser la acumulación recibida a lo largo de los 40 extenuantes minutos.

No se corrió nada en la primera mitad. Tampoco sucedió en la segunda. Ninguno de los dos equipos tenía intenciones de permitir cualquier facilidad a sus rivales. Eso hizo que los vizcaínos tuvieran que desechar la idea principal de su ideario y tirar de alternativas. Supieron acomodarse a un encuentro que ya preveían en la víspera como se pudo conocer tras escuchar las palabras de Fotis Katsikaris ante los medios. El técnico heleno leyó a la perfección lo que el duelo requería y predispuso a sus hombres para la batalla. Una pena que un guerrero, un auténtico fajador de los bajos fondos como Axel Hervelle siga sin dar señales de vida. Necesitan los hombres de negro a uno de esos líderes espirituales que cuando suman en intangibles, suman por diez. En su ausencia se multiplicó un Marko Banic que estuvo sencillamente inconmensurable. Terminó con 16 puntos y 8 rebotes para un total de 20 de valoración. Constante durante todo la noche, fue un martirio para sus rivales.

La mala noticia fue lo fácil que le resultó a D’or cargarse de faltas. Parecía cómodo para los pasivos árbitros cebarse con la principal referencia defensiva de los bilbaínos (12 rebotes anoche, 1 tapón, decenas de tiros cambiados). Especialmente resultó la cuarta que le señalaron tras taponar de manera limpia y espectacular un triple intentado por Rakocevic. No hubo falta arriba, tras el tiro nada podía hacer el americano por esquivar al serbio. Ocurrió en el último cuarto, momento en el que los árbitros ya medían con mucho más cuidado qué permitían y qué no. Antes, volviendo al tercer periodo, Raúl López mostró a su parroquia de lo que era capaz de hacer. Cogió el timón del equipo y empezó a dirigir con maestría a los suyos. Y como aperitivo una canasta sobre la bocina. Premonitorio.

Comenzaba el último cuarto con el luminoso reflejando un esclarecedor 39-39. Cada uno seguía a lo suyo. Algunos como Rakocevic sumando poquito a poco puntos para los de Siena. Otros como Alex Mumbrú dando señales de calidad y recuperando las buenas sensaciones que no le debió dejar la primera mitad. Los había quienes estaban metidos en otro traje, en otro papel. Como Shaun Stonerook. El americano iba vestido de soldado raso y no tuvo ninguna duda de su trabajo: repartir aquí y allá como si no hubiera mañana. Dejando pequeños recaditos en cada acción en la que participaba demostró que al baloncesto no se juega solo con el balón. Se puede ser muy bueno también en otras facetas.

Bilbao Basket, Bo McCalebb, MIB, D'or Fischer, David Andersen, Efecto Miribilla, Euroliga, Fotis Katsikaris, Igor Rakocevic, Marko Banic, Montepaschi Siena, Partidos BB, Raúl LópezEl guión por tanto no cambió nada. Los bilbaínos por fin conseguían separarse tímidamente en el marcador. Hasta los instantes finales las ventajas locales no pasaban de un punto. Señales para la esperanza. Con esas, la tensión cargaba el ambiente. Desde la cancha subía hacia el último de los asientos, hasta esas zonas conocidas en la NBA como el gallinero. Allí donde los aficionados con los asientos más baratos se dejan la voz en pos de la victoria de los suyos. Con empate en el marcador a falta de cinco minutos para la conclusión saltaban los tópicos. “Es un partido de cinco minutos” se oía y mucho en Miribilla. Bueno, al fin y al cabo lo era.

La hora de los valientes. Otro tópico que ayer estaba más cargado de significado que nunca. Y quien no quiera creerlo que repase el partido de un crack como Bo McCalebb. Desaparecido en ataque durante el partido, anotó 8 de sus 12 puntos en los tres minutos que cerraban la jornada. Tiempo de crack. El Gescrap Bizkaia es un equipo más coral que no vive de la inspiración de uno o dos jugadores. Por eso en esos instantes se vio sumar a varios de los hombres de negro. Pero todo comenzaba con una antideportiva señalada a David Andersen por un hachazo gratuito a Alex Mumbrú cuando ya se había parado el partido por una falta previa. No fue la noche del ex-NBA australiano que se volvió a casa sin escuchar el sonido de la red. Cero puntos en el casillero para alguien que lleva 11 de media a lo largo del torneo y que en la ida hizo 18 puntos. Buen trabajo de los bilbaínos en su defensa. Los hombres altos de los de Katsikaris rayaron a un buen nivel.

50-50 en el marcador y 2 minutos 45 segundos por delante. Poco para unos, un mundo para otros. Lo que hasta entonces había dejado en la grada un poso de partido rápido, de esos que se hacen cortos para el aficionado, lo vivido en esos últimos minutos cambió el sentir de todo aquel que siguiera el partido. Aún hoy los habrá con los nervios y tensión acumulados cuando el partido moría. Se llegó al último minuto y ambos conjuntos querían la última bola, aquella que decidiría si el ganador serían vascos o italianos. Y claro, cuando eso ocurre las faltas se suceden. Frenar al rival y que este caiga en el error en los lanzamientos desde la línea. Ahí fue cuando más alto sonó Miribilla. Algún vecino de los alrededores debió sentir como una marabunta entraba en su salón desde el oído. Y quien más lo sintió fue McCalebb. Falló uno de los últimos tiros libres que intentó. O más bien el Bilbao Arena le hizo fallar. Significativo fue el gesto de uno de sus compañeros acercándose tras el error y animarle con cercanía mientras el nacionalizado macedonio agachaba su cabeza.

El cruce de tiros libres no decidió nada. Sí lo hizo el error de Mumbrú en el pase desde la línea de fondo. Kostas no conseguía desembarazarse de su marca y era Raúl el siguiente en el punto de mira del alero catalán. Pero el pase no fue bueno y la recepción parecía poco menos que imposible, más si cabe ante la impresión de que pudo haber falta cuando el base buscaba el balón. Balón para Montepaschi con 13 segundos por delante. Recibe Rakocevic y sale con un buen pase del dos más uno al que estaba siendo sometido. Error en la defensa que se salda con canasta cómoda de Thornton bajo tablero. El cabreo de Katsikaris era mayúsculo. Alguien se excedió al seguir la consigna que había ordenado en el tiempo muerto anterior: “No three points”. Cualquier cosa menos un triple.

Bilbao Basket, Bo McCalebb, MIB, D'or Fischer, David Andersen, Efecto Miribilla, Euroliga, Fotis Katsikaris, Igor Rakocevic, Marko Banic, Montepaschi Siena, Partidos BB, Raúl LópezQuedaban seis segundos para que sonara la bocina y Gescrap Bizkaia estaba 1 abajo. 58-59. En el tiempo muerto lo primero que se vive y se aprecia es la calma que ofrece el director de juego. Raúl anima a sus compañeros con un claro “¡estamos bien, estamos bien!”. Seis segundos por delante, una posesión, un tiro. No había porque alarmarse. Quizá por eso, por esa serenidad que tienen los grandes jugadores y que anoche mostró el base, fue él mismo el que tomó la responsabilidad. El partido había sido excelente. Los hombres de negro dejaron bien claro que no están en la Euroliga solo para disfrutar. Son un grupo con hambre de victorias. Ayer era la noche perfecta para demostrarlo. La justicia divina quiso que fuera alguien como Raúl López, un tío martirizado por las lesiones durante su carrera, quien tuviera la oportunidad de levantar todo un pabellón. Su calidad bien merecía el acierto. El balón bajaba. Cara o cruz. Victoria o derrota. Salió cara.



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Imágenes vía solobasket.com (Foto de Luis Fernando Boo) y euroleague.net

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