viernes, 24 de febrero de 2012

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¿CAMBIO DE FILOSOFÍA?

Corren tiempos difíciles para el Euskaltel Euskadi. El equipo, en la que es su decimonovena temporada (se dice pronto) en el pelotón internacional, podría poner punto final a su andadura. Hace tiempo que se viene especulando sobre el futuro del conjunto, que aun así ha llegado a salvar varios match Ball, con posibles salidas del ciclista que encabeza el proyecto o del patrocinador.

Hace unos meses saltó la noticia de Igor González de Galdeano. Lo dejaba, al menos por un tiempo. ¿Algo en el horizonte? Se especularon muchas cosas. Cogió los galones nuevamente Madariaga. El mismo que tiempo atrás había puesto fe en el alavés y había dejado el equipo, cansado. El alma mater de este proyecto, un hombre que si bien cuando le ponen un micrófono no sabe callar ciertas cosas, es a la vez la persona sin la cual la marea naranja no hubiera existido.

Algo olía raro cuando volvió a coger los galones. Al poco tiempo, con las especulaciones de que el equipo quizás no tendría continuidad tras 2012. Por primera vez se escuchan tan fuerte las voces de alarma aun con toda la temporada por disputarse. A principios de año saltó una nueva noticia. Posiblemente Euskaltel cogería el equipo, separándose de la fundación.

Lo que al principio era un rumor parece llevar camino de confirmarse. Madariaga salió el otro día a la palestra. Y ya saben que cuando habla, suelta todo lo que quiere soltar. Y así lo hizo. Y el futuro que dejó no parece muy halagüeño. Se insinuó, de boca del que había parido a este equipo, que podría llegar a haber extranjeros en el equipo en el futuro.

Dijo más cosas, entre ellas que hacía falta más dinero o un nuevo patrocinador y que parecía que “fuera” querían más al equipo que en Euskal Herria. Juntamos las piezas del puzle y parece claro. Aquí nadie pone un duro para mejorar la situación de un equipo que está subsistiendo en el límite por culpa de esa liga mundial que beneficia a los que ponen más dinero y no a los que en la carretera se esfuerzan en hacer las cosas bien.

Euskaltel lleva cinco temporadas con el mismo presupuesto, este año incluso algo inferior debido a los recortes de las Diputaciones. Recortes lógicos vista la situación económica que se vive en estos tiempos difíciles. Las puertas parecen abiertas a que el equipo no muera. A que siga existiendo, pero ¿con un cambio de filosofía?

Así lo ha insinuado Miguel Madariaga. Pero no sería la primera vez que amenaza para tantear el terreno. En una especie de juego de tira y afloja a ver quién sale con la suya. Puede que esas declaraciones no sean más que una llamada a patrocinadores. Se abre las puertas a intentar que el equipo sobreviva con su filosofía. Pero el dinero no basta para permanecer en el Pro Tour con esta filosofía.

El equipo necesitaría puntos. Y los puntos se consiguen fichando ciclistas, así funciona el mercado de este deporte-negocio. Euskaltel no tiene un mercado amplio para conseguir puntos y una posible salida sería fichar fuera lo que no hay en casa. Pero la cosa no parece nada fácil. Si Euskaltel siguiera patrocinando al equipo, si se abriera el mercado para poder fichar… ¿qué se ficharía? El presupuesto del equipo es demasiado corto como para aspirar a ciclistas de un nivel (y puntos) mínimamente aceptable.

Es decir, podría darse el caso de terminar haciendo lo que (perdonad por la comparativa) la Real ha venido haciendo durante varios años. Traer gente de fuera que al final no daban la nota. Si Euskaltel abre sus puertas para fichar medianías o ciclistas del montón, será un grave error. E incluso, para que negarlo, más de uno terminará su idilio de romance con el equipo.

Para el que sea de fuera quizás no sea tan grave. Pero para que se hagan una idea, Euskaltel es para el pueblo vasco lo que viene siendo la única selección oficial que tienen para participar a nivel internacional. Y aquí, muchos de los que pisan los Pirineos con la camiseta naranja, no verían con buenos ojos estar animando en un Tour a dos uzbekos, un inglés, un alemán y cualquiera que no haya nacido o sido criado dentro de las siete provincias vestidos de naranja.

El tema es muy peliagudo. Madariaga ha avisado a navegantes, ha amenazado. Pero sabe de qué va esto. Sabe que el equipo podría seguir adelante si se abre las puertas al mercado. Pero es igual de consciente (o debiera serlo) que el proyecto nació con una idea y unas bases, a las que si ahora, y quien dice ahora dice en cinco, diez o quince años, decide dar la espalda, perderá más de uno, de dos, y de cien adeptos.

Puede que el equipo termine muriendo este año. O que inevitablemente baje de categoría (y de presupuesto) perdiendo así a parte de sus estrellas. Pero cambiar de filosofía dejaría al que posiblemente sea un equipo admirado fuera de nuestras fronteras como lo que es, un club de cantera y que cuida a los ciclistas de una región concreta, en un equipo más, sin masa social que se identifique con la escuadra más que con otras. ¿Merece la pena subsistir a cambio de perder afición? ¿Duraría ese proyecto sin el apoyo de la marea naranja? Madariaga y los próximos ocho meses tendrán la respuesta.

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