Nueve goles en dos encuentros suponen el peor arranque liguero de la historia para los bilbaínos, algo que es un extra que añadir a un equipo ya hundido, fuera de sí completamente y que vive en una depresión constante desde que arrancó la temporada. Ese es el principal motivo de la situación que vive un conjunto poco acostumbrado a los tiempos convulsos, un grupo de jugadores que están demostrando no saber sobrellevar un momento crítico como este. No son capaces de sobrevivir ante una serie de adversidades que están trastocando el día a día de un bloque que vive habitualmente sumido en la tranquilidad.
Pero hay más motivos. En lo futbolístico están muy lejos del nivel medio que mostraron el año pasado. No hablamos de los mejores días, simplemente esa capacidad que ofrecieron para competir incluso en las malas jornadas. Eso queda lejos. Porque este es hoy un equipo sin confianza, que sufre para sacar el balón jugado con comodidad y que el llevarlo hasta el área rival supone un gran esfuerzo. Un Betis serio le sacó los colores a unos jugadores que tirando de orgullo lograron empatar un resultado muy adverso, pero quedó todo en una ilusión. Ayer esa reacción no existió.
No es cuestión únicamente de si se saca o no el balón con comodidad. Los movimientos para ayudar a los compañeros a encontrar buenas situaciones de apoyo en ocasiones brillan por su ausencia. Pero especialmente destacable es la nefasta labor defensiva. Ahí no es más que un barco a la deriva. La presión asfixiante que mostró durante buenas fases del año pasado pasó a mejor vida. Y cuando eso no existe reaparecen las históricas vergüenzas con las que la retaguardia ha obsequiado a la parroquia bilbaína durante la última década.
Pero además las decisiones de Bielsa no ayudan. Su insistencia en mantener a I. Pérez como lateral zurdo a pesar de que ha quedado demostrado que no es su lugar daña al conjunto. Así como el hecho de disputar toda una segunda mitad con una zaga formada por un interior (Iraola), dos medios centros (Gurpegui e Iturraspe) y un extremo reconvertido a medio centro (De Marcos). Castillo y Ekiza se limitaron a ver las evoluciones, o más bien involuciones, de sus compañeros desde el banquillo.
Los cambios ayer no ayudaron. Con una palidez increíble en el centro del terreno de juego dejó a su mayor clarividente en el banquillo (Galarreta) aunque después haría acto de presencia en el teatro de los horrores. Y las instrucciones no aparecían o al menos no funcionaban. Como siempre reconoció sus errores pero en este caso pareció insuficiente.
Por último destacar el mal estado que muestran algunos jugadores, futbolísticamente hablando. Susaeta está lejos de su mejor versión, Iraola más de lo mismo, I. Pérez, Gurpegui, San José, Herrera parece acusar sus problemas con el pubis... Esto ofrece la pequeña esperanza de que cuando se entonen la imagen cambiará.
Y no hay que dejar a un lado la desgraciada situación extradeportiva que ha vivido el Athletic este verano. Dos futbolistas, uno el más importante de la plantilla y otro que no le anda a la zaga, desean salir del club. Esto y todo lo que ha rodeado a los 'Casos Llorente y Javi Martínez' han minado la moral de los jugadores. Ese estado de lamento en el que parecen vivir desde que arrancó la temporada empeora la situación.
Es por eso mismo que la mayor alegría que puede recibir la primera plantilla del Athletic llegará el 1 de septiembre. Simplemente por el cierre del mercado de fichajes. La necesidad de que queden atrás los rumores y las preguntas al respecto en sala de prensa es importante. Ver quiénes conformarán la plantilla esta temporada 2012/2013 también. Y, por supuesto, que todos, jugadores, cuerpo técnico, directiva, periodistas y aficionados se centren en el balón y el fútbol. Quedan pocos días.
Imagen: Athletic Club
Imagen: Athletic Club
| Tweet |
0 comentarios:
Publicar un comentario