Historia. Eso es lo que acaba de hacer Philippe Gilbert estos últimos siete días. Al meterse el tríptico de las Ardenas en el bolsillo. La manera puede que no haya sido la más espectacular pero con escasos demarrajes ha mostrado clase y suficiencia a raudales.
Su victoria en la Flecha Brabanzona y su buen nivel en Flandes ya hacían presagiar el excelente estado de gracia que ha mostrado en estos siete días. De hecho no es nada sencillo lograr los tres triunfos que el valón ha conseguido. Por la dureza e historia de cada carrera, por el nivel de sus rivales y por el hecho de que apenas haya descanso entre cada “kilometrada”. Solo Rebellin en 2004 lo había hecho.
En la Amstel Gold Race llegó la primera muesca. La carrera siguió unos cauces normales hasta poco después del Keutenberg, donde Andy Schleck buscaba la machada con un ataque desde lejos que finalmente fue infructuoso. En la subida decisiva al Cauberg Joaquim Rodríguez buscaba la gloria y ese movimiento lo aprovechó perfectamente Gilbert para coger su rueda y dar el hachazo definitivo.
La Flecha Valona parecía la prueba de fuego donde el valón debía mostrar su valía. Concretamente en el Muro de Huy ya que sus rampas de más del 26% podían ser demasiado para sus piernas. Valga llamar iluso a aquel que llegó a pensar tal cosa. En la que fue la prueba más aburrida del tríptico Gilbert despejó todas las posibles dudas sobre sus capacidades.
La carrera contó toda su historia en los 1300 metros finales del Muro de Huy, el resto es fácilmente olvidable, sin ataques de los favoritos, sin movimientos interesantes y con un Gilbert insuperable. La disputa llegaba por la segunda plaza, donde Purito Rodríguez repetía lo logrado tres días antes y volvía a dar muestras de tener una “Ardena” en sus piernas.
Lo gordo y quizá más interesante se quedaba para este último domingo de abril. Lieja guarda una mística extra respecto a sus dos pruebas “hermanas” y no decepcionó. Y eso que la actitud de la mayoría de los favoritos daba mala espina para los que veíamos la prueba por televisión.
Parecía que podía repetirse lo que le sucedió a Fabian Cancellara camino del velódromo de Roubaix, donde Hushovd y Ballan se limitaron a pegarse a su rueda sin ayudarle en los relevos. O lo que es lo mismo, correr con el miedo de hacerle la carrera al máximo favorito.
Por suerte hubo algún valiente que hizo honor a su nombre dentro del pelotón y le echó arrestos. Concretamente dos valientes. Los ‘hermanísimos’ Andy y Frank Schleck. Un ataque lejano que respondió Gilbert dejó al trío en cabeza y rodando juntos para pelear por la victoria.
El belga no tuvo rival. Ya mostró su poderío en la cota de San Nicolás, donde soltó a Andy y casi hace lo mismo con Frankie. Ahí los luxemburgueses fueron conscientes de que no tenían opciones. Pero al revés de lo que sucedió camino de Roubaix, no cejaron en su empeño de querer llegar a meta con opciones.
Han sido muy criticados desde el momento en el que Gilbert cruzó la línea de meta. Se ha dicho que no jugaron sus opciones, que su táctica fue nula. “Debían haber atacado y ver si podían con el belga”. Intentarlo al menos, dicen. Quizá en esa última subida Frank lo debió intentar (Andy bastante tenía con llegar junto a sus compañeros de fuga) pero si no lo hizo fue porque no podría.
Hay que quitarse el sombrero ante ellos. Fueron los únicos que intentaron y pelearon ganar la carrera. El resto parecía resignarse a pelear por el segundo puesto y por ello no estaban dispuestos a animar el día. Eso es lo reprochable. No el hecho de intentarlo más o menos, mejor o peor.
Habría que estar en las piernas y la cabeza de los Schleck en esos últimos metros viendo ante ellos al ganador incontestable de dos pruebas en los últimos días, mostrando además una manifiesta superioridad tanto en esas carreras como en la Lieja-Bastogne-Lieja.
Terminan las clásicas de primavera y llega el turno de comenzar con las Grandes Vueltas. Quedan dos semanas para el inicio de un Giro de Italia que se presenta emocionante por recorrido y participantes. Y antes Romandía. Como siempre decimos, el mundo del pedal no para.
En la Amstel Gold Race llegó la primera muesca. La carrera siguió unos cauces normales hasta poco después del Keutenberg, donde Andy Schleck buscaba la machada con un ataque desde lejos que finalmente fue infructuoso. En la subida decisiva al Cauberg Joaquim Rodríguez buscaba la gloria y ese movimiento lo aprovechó perfectamente Gilbert para coger su rueda y dar el hachazo definitivo.
La Flecha Valona parecía la prueba de fuego donde el valón debía mostrar su valía. Concretamente en el Muro de Huy ya que sus rampas de más del 26% podían ser demasiado para sus piernas. Valga llamar iluso a aquel que llegó a pensar tal cosa. En la que fue la prueba más aburrida del tríptico Gilbert despejó todas las posibles dudas sobre sus capacidades.
La carrera contó toda su historia en los 1300 metros finales del Muro de Huy, el resto es fácilmente olvidable, sin ataques de los favoritos, sin movimientos interesantes y con un Gilbert insuperable. La disputa llegaba por la segunda plaza, donde Purito Rodríguez repetía lo logrado tres días antes y volvía a dar muestras de tener una “Ardena” en sus piernas.
Lo gordo y quizá más interesante se quedaba para este último domingo de abril. Lieja guarda una mística extra respecto a sus dos pruebas “hermanas” y no decepcionó. Y eso que la actitud de la mayoría de los favoritos daba mala espina para los que veíamos la prueba por televisión.
Parecía que podía repetirse lo que le sucedió a Fabian Cancellara camino del velódromo de Roubaix, donde Hushovd y Ballan se limitaron a pegarse a su rueda sin ayudarle en los relevos. O lo que es lo mismo, correr con el miedo de hacerle la carrera al máximo favorito.
Por suerte hubo algún valiente que hizo honor a su nombre dentro del pelotón y le echó arrestos. Concretamente dos valientes. Los ‘hermanísimos’ Andy y Frank Schleck. Un ataque lejano que respondió Gilbert dejó al trío en cabeza y rodando juntos para pelear por la victoria.
El belga no tuvo rival. Ya mostró su poderío en la cota de San Nicolás, donde soltó a Andy y casi hace lo mismo con Frankie. Ahí los luxemburgueses fueron conscientes de que no tenían opciones. Pero al revés de lo que sucedió camino de Roubaix, no cejaron en su empeño de querer llegar a meta con opciones.
Han sido muy criticados desde el momento en el que Gilbert cruzó la línea de meta. Se ha dicho que no jugaron sus opciones, que su táctica fue nula. “Debían haber atacado y ver si podían con el belga”. Intentarlo al menos, dicen. Quizá en esa última subida Frank lo debió intentar (Andy bastante tenía con llegar junto a sus compañeros de fuga) pero si no lo hizo fue porque no podría.
Hay que quitarse el sombrero ante ellos. Fueron los únicos que intentaron y pelearon ganar la carrera. El resto parecía resignarse a pelear por el segundo puesto y por ello no estaban dispuestos a animar el día. Eso es lo reprochable. No el hecho de intentarlo más o menos, mejor o peor.
Habría que estar en las piernas y la cabeza de los Schleck en esos últimos metros viendo ante ellos al ganador incontestable de dos pruebas en los últimos días, mostrando además una manifiesta superioridad tanto en esas carreras como en la Lieja-Bastogne-Lieja.
Terminan las clásicas de primavera y llega el turno de comenzar con las Grandes Vueltas. Quedan dos semanas para el inicio de un Giro de Italia que se presenta emocionante por recorrido y participantes. Y antes Romandía. Como siempre decimos, el mundo del pedal no para.
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