lunes, 4 de abril de 2011

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FLANDES ES PARA LOS VALIENTES

Los grandes personajes de la historia han tenido flaquezas en momentos insólitos. Julio César fue asesinado en el Foro, donde posiblemente menos se lo esperaba. Napoleón terminó sus días desterrado en la pequeña isla de Santa Elena, un diminuto territorio en medio de la inmensidad del océano Atlántico.

Ayer en Flandes hubo guerra. Con balas de verdad y balas de fogueo. Desde que faltaban ochenta kilómetros para meta saltaron chispas entre los favoritos y las segundas espadas. Podemos hablar por tanto de un Tour de Flandes que recordaremos en los años venideros.

La carrera se movió cuando Chavanel quiso. Faltaban ochenta y ocho para meta cuando saltó del pelotón como el que ve la línea final a 100 metros. En un movimiento eminentemente táctico de Quick-Step se empezaban a calentar los ánimos en el todavía amplio grupo de los favoritos.

En esos minutos de tensión inicial Cancellara no se asomaba. Se mantenía escondido en medio del grupo, tapándose y dejando que fuesen otros los que mostrasen sus credenciales. Como Gilbert, que no desdeñó tal oportunidad al imponer un fuerte ritmo en Paterberg.

Eran momentos para ver cómo Stijn Devolder corría a contracorriente de todos, con fallos posicionales que le hacían tener que gastar energías extras para recuperar posiciones e incluso conectar con el grupo de favoritos tras quedar cortado.

También daba para ver a los ‘secundarios de lujo’ asomándose en las posiciones principales, como Lars Boom o Edvald Boasson Hagen, que se unieron a Simon Clarke y Chavanel en la cabeza de carrera buscando una victoria épica e inesperada.

El pelotón les dejaba hacer y el francés de Quick-Step se quedó solo. Rondaba el minuto de ventaja cuando comenzó el despropósito táctico de los dirigidos por Wilfried Peeters. A unos cuarenta kilómetros para el final saltaba Tom Boonen del grupo de favoritos. Inexplicable teniendo por delante a un compañero de equipo y no a uno cualquiera.

Y cuando el belga miró para atrás vio venir a la bestia. Al fenómeno. Fabian Cancellara saltó ipso facto tras el ex campeón del mundo en lo que parecía ser una reedición del duelo del año pasado. Pero duró poco. Tanto como quiso el suizo. Una marcha más que el resto y Boonen tuvo que resignarse y volver con el grupo.

Se iba la locomotora. El General que dirige este tipo de pruebas decidió que era su turno. Los que estaban por delante o por detrás no importaban. Así lo hacían los militares más grandes. Veían el contexto, valoraban, pero confiaban en sus fuerzas. Así trabaja Cancellara.

Conectó con un Chavanel que frenó sabiendo lo que se le echaba encima. Le tocaba sufrir a rueda del suizo, quien por cierto dio un momento cómico al poco de juntarse con el francés cuando le pidió relevo. El de Quick Step tuvo que pensar que estaría bromeando, bastante tenía con aguantarle la rueda tras llevar 40 kilómetros escapado, muchos en solitario.

Por detrás los de Peeters, BMC y Garmin-Cervelo no daban abasto para reducir la ventaja que poco a poco aumentaban las piernas del General suizo. Llegó a tener un minuto de ventaja. La victoria estaba en los dos yunques que tiene por extremidades inferiores y que mueve como si fueran patitos de goma.

Pero ese minuto se redujo en cuestión de segundos, nunca mejor dicho. Fue llegar al Kapelmuur y adiós a ser cabeza de carrera. El señor del mazo, el amigo ‘Messie Masó’ de Perico Delgado, le llegó en el peor momento a Cancellara. Chavanel casi hasta lo agradeció. Favoritos de nuevo juntos y se creaba una nueva prueba.

El suizo bastante tenía con no perder comba. Ahí estaba su diminuta isla o su foro particular. Era el momento idóneo para otros favoritos y así lo vio de nuevo Gilbert. Valiente, sin miedo, mostrándose y dejando claro que tiene una Flandes en sus piernas. Le fallaron las dudas sobre si seguir en solitario o rodar con el grupo los últimos nueve kilómetros en busca de una llegada en la que sería el más rápido.

Se equivocó. Nada más dejarse caer al pequeño grupo que le perseguía se les unieron los demás favoritos que venían por detrás. Doce corredores en cabeza, los mejores, la locura. Los ataques empezaron a falta de seis para meta cuando Flecha lanzó su bala. Era de fogueo.

La de verdad la volvió a poner el General Cancellara. Resurgido cual Ave Fénix de sus cenizas. Parecía que nadie le esperaba ya, le creían muerto. Como esos personajes que decía al principio. Inofensivo.

Pero sus yunques volvieron a mandar en Flandes. Y tras él de nuevo Chavanel. Boonen volvía a fallar, esta vez en el momento clave del día. Nuyens detrás de los dos protagonistas del día. Más atrás una sucesión ‘quiero y no puedo’. Gilbert. Ballan. El mismo Tom Boonen. No les daba para alcanzar a Cancellara y sus dos lugartenientes.

Los tres escapados se jugarían la victoria al sprint. El general saltó pronto, fundido quizá por el gran esfuerzo que tuvo que realizar tras la pájara sufrida. Chavanel falló incomprensiblemente. Miró y remiró, buscó sin cesar a su líder que no llegaba por detrás a pesar de lanzar un sprint larguísimo en pos de un imposible.

En esas apareció el tercero el discordia, al que nadie esperaba, y soltó su latigazo final. Se mostró poco durante el día pero demostró ser inteligente y tener buenas piernas. Nuyens se llevó un triunfo que quizá otros mereciesen más pero que no por ello es inmerecido. Primer monumento para el belga de Saxo Bank que también ganó hace unos días en A Través de Flandes.

Pero si damos un ‘MVP’ al estilo del baloncesto, ese sería Sylvain Chavanel. Puro espectáculo de cómo se corre una clásica. Espectáculo unido a inteligencia a pesar de ese error final.

Se presenta sobre el papel una muy prometedora París-Roubaix. Los dos grandes de esto le han dado al palo en su primera oportunidad por lo que no querrán volver a fallar. El resto volverán a intentarlo buscando un día malo de alguno de los dos, una debilidad que les permita entrar en el Olimpo de las piedras.

Hasta entonces Vuelta al País Vasco. Desde hoy y hasta el sábado la Itzulia promete más ciclismo del bueno. Esto ya no para. Para los incrédulos: hay vida más allá del Tour. Y qué gran vida.


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