jueves, 10 de noviembre de 2011

0

LA IMPORTANCIA DE UN EMPATE

Athletic-Barça, minuto 93 de partido. El colegiado señala el final del encuentro. Ambos equipos se quedan con la sensación de haber dejado escapar dos puntos, un sentimiento mayor en los bilbaínos al haber llegado al minuto 90 con ventaja en el marcador. El gol de Leo Messi hacía exclamar de rabia e incredulidad a una afición que vio la victoria ante el mejor equipo del mundo más cerca que nunca. “No puede ser”, decían.

Pasados los días es tiempo de reflexión. De poner el empate en perspectiva. El hecho o los antecedentes es que empates ante este Barcelona los hubo y además en un pasado reciente. La importancia de la última igualada radica en la sensación de haber tenido opciones de victoria sin desprenderse de los nuevos mandamientos que ha impulsado Marcelo Bielsa desde su llegada.



Los medios para el fin y no al revés. Esa es la primera lectura a observar. Conociendo al técnico rosarino era difícil esperar un cambio radical en el estilo de juego que utilizarían los leones el pasado domingo. Con equipos de similar voltaje a los de San Mamés (Valencia, Atlético, Villarreal o Málaga) las intenciones siempre fueron las mismas desde el minuto inicial, con mayor o menor éxito en el desempeño posterior. Quedaba la duda de si ante los dos tótems del campeonato liguero la actitud e ideario serían idénticos.

La huelga de la primera jornada nos impidió poder observar este hecho en el duelo que debía haber enfrentado a Real Madrid y Athletic en el Santiago Bernabéu. Hubo que esperar hasta este domingo seis de noviembre para poder calibrar las opciones de los rojiblancos ante estos conjuntos. Los ingredientes eran inmejorables: La Catedral de noche, lluvia incesante y dos equipos que querían mandar en el encuentro.

Solo uno lo lograría y si hay que ser justos, ese fue el Barça. Pero no fue un dominio agobiante, de hecho no lo calificaría ni de agotador. Los bilbaínos se dieron cuenta desde muy pronto que con esfuerzo y trabajo iban a poder tratar de tú a tú al denominado mejor equipo del mundo. Esa sensación fue la que dio alas a los pupilos de Marcelo Bielsa para no dar un balón por perdido, para creer hasta la extenuación que tras el empate blaugrana podía llegar el segundo (como así fue).

No hubo tiempo posible para saber si tras el gol con el que Leo Messi restablecía las tablas en el marcador los leones serían capaces de poder dar un golpe en la mesa en el duelo particular de estilos. Ese tanto postrero hizo que una vez sonado el silbato para señalar el final del encuentro se pudiera ver a los bilbaínos lamentarse en vez de celebrar el empate. Primera sensación positiva: “se nos ha escapado de las manos”.

Podemos imaginar lo que fue el vestuario rojiblanco en esos minutos posteriores a la señalización del final. Caras bajas, pensativas, dando vueltas a lo que pudo ser y no fue por tres escasos minutos, por un tanto que no fue más que una sucesión de errores en cadena que involucró a varios jugadores. Seguro que más de uno intentaría alentar a sus compañeros haciendo ver que un empate ante un rival como el que tenían enfrente era mucho más de lo que otros podían siquiera soñar.

Según van pasando las horas tras un encuentro el futbolista piensa en lo sucedido y comienza a hacer el ejercicio que nosotros hacemos con este texto y que ya hemos comentado: poner el empate en perspectiva. Más allá de las acciones puntuales, acierto o errores, el jugador entra en la fase de apreciar el punto. Al fin y al cabo enfrente estaba el mejor equipo del mundo.

Poco después, quizá ya reunidos todos al día siguiente en Lezama, las sensaciones y los comentarios van por otro lado. El punto es importante, sí. No se puede desdeñarlo así por así. Pero lo que realmente valoran los futbolistas en ese momento ya no es el valor matemático del empate. Son las sensaciones, el haberse visto capaz de jugar de tú a tú e incluso de ganar al Barça con unas armas que son muy contrarias a las que se venían utilizando en anteriores empates.

De hecho la frase “jugarle de tú a tú al Barça es un suicidio” no se inventa según surgen estas líneas. Se consideraba un axioma que para jugar ante los de Pep Guardiola lo que tocaba era guardar la ropa y poco menos que rezar. Resulta que no. Y demostró que no es así un grupo de jugadores sobre los que hace dos meses caía la duda de si serían caces de realizar de manera efectiva un fútbol como el que les exige Bielsa.

El golpe moral, lo importante que resulta el empate para la psique del colectivo es por tanto muy grande. Algo que va mucho más allá del punto conseguido. Y eso es lo que empiezan a saber los jugadores. “Si hemos tenido contra las cuerdas al Barça... ¿hasta dónde podremos llegar?”. Ese salto en la mentalidad es más importante incluso que haber ganado a los blaugranas por 1-0 con el autobús instalado a diez metros de Gorka Iraizoz. Los bilbaínos lo saben. La afición, empieza a creerlo. El que no dudaba era Marcelo Bielsa.

Ander Restoy

Descarga aquí KIROLMANIA Magazine (Nº 3) para leer más historias como esta. Si lo prefieres disfruta de ella online en Joomag.

Síguenos en Facebook y Twitter.

0 comentarios:

Publicar un comentario