Un escándalo más sacudió el Calcio hace escasos años, pero esta vez no de índole deportiva. La Camorra napolitana intentó comprar el Lazio romano en los años 2005 y 2006. Su objetivo: el blanqueo de dinero obtenido por sus actividades. Extorsionaron al presidente Claudio Lotito con una oferta de esas que “no podía rechazar”. Lo más extraño de toda esta situación era quién llegaba con la oferta, ni más ni menos que el ex jugador y ex presidente Giorgio Chinaglia, un mito para la afición lacial.Giorgio Chinaglia siempre ha sido un tipo peculiar y polémico, principalmente lo segundo. Desarrolló la parte más importante de su carrera como delantero centro entre el Lazio italiano y el Cosmos neoyorkino, a su alrededor siempre ha tenido un aura de hombre oscuro, algo a lo que sin duda ha ayudado su aspecto de gangster de película cine. Además, ya comentado, llegó a ser presidente del club lacial entre 1986 y 1987.
Nacido un 24 de enero de 1947, Chinaglia se formó en el Swansea galés y equipos de segunda fila italianos, hasta llegar al Lazio en 1969. Ahí llegó el primer punto de inflexión en su carrera, ya que además de los 108 goles que consiguió en 209 partidos, consiguió el primer Scudetto para el equipo romano en 1974, en un gran conjunto en el césped pero que no era tal fuera de él.
El equipo se encontraba dividido en 2 clanes irreconciliables, uno liderado por Chinaglia y otro por el lateral zurdo Gigi Martini, duros rivales incluso en los entrenamientos, donde cada partido era una cuestión de honor entre ambos clanes y cada balón dividido el último por disputar.
Acudían a los entrenamientos con todo tipo de armas, como el portero Felipe Pulici afirmaba: “En aquel equipo llevábamos pistola más o menos todos”. En las concentraciones y hoteles, jugadores de los diferentes grupos ni se cruzaban, no hacían ningún tipo de vida entre ellos, únicamente entre los miembros de cada clan. Fuera del terreno de juego sólo compartían su ideología ultraderechista, pero la cosa cambiaba en los partidos, donde como relata Vincenzo D’Amico, el fantasista del grupo, “en el campo éramos un sólo equipo. Si en un partido alguien le hacía daño a Chinaglia o Wilson, Martini y los suyos se comían al que lo hubiera hecho”.
Y dentro de este grupo de salvajes futbolistas, destacaba Giorgio Chinaglia, no sólo por el liderazgo de un clan, ni por su inseparable Mágnum del 44, si no por una increíble facilidad para perforar la meta rival, quedando incluso capo cannoniere de la temporada 73-74, la del Scudetto.
En
1976, el fútbol estadounidense intentaba crecer y establecerse en un país donde no era ni siquiera el cuarto o quinto deporte en las preferencias de los ciudadanos. Aún así, Chinaglia decidió lanzarse a la aventura y llegó al Cosmos de Pelé, donde después jugaría con futbolistas de la talla de Franz Beckenbauer, Carlos Alberto o Johan Neeskens. Hasta 1983 en las filas del equipo neoyorquino y realizando casi un gol por partido (242 goles en 254 partidos), sin duda alguna, la vida que adoptó como jugador del Cosmos enamoró a Chinaglia. Fiestas donde eran recibidos como estrellas de cine o todo tipo de lujos en hoteles y viajes eran ese tipo de cosas que un hombre nacido en un pequeño pueblo italiano siempre había soñado.
Pero incluso en el Cosmos acabó imponiendo su autoridad, especialmente tras ver la popularidad de la que gozaban otros jugadores como Pelé o Beckenbauer. Comenzó a cambiar diferentes aspectos del equipo, otorgándose una mayor importancia, influyendo en el entrenador y sus decisiones, en aspectos del markéting, merchandising y publicidad del club, etc, cosas impensables en un club mínimamente normal si no fuera por dos aspectos: ser el ojito derecho del presidente del club y ser Giorgio Chinaglia.
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